Según declaró esta semana el canciller sudafricano, Ronald Lamola, las cuestiones de geopolítica estarán en el centro de la reunión, la cual ve como una oportunidad para tender un puente entre el sur y el norte globales.
También, agregó, para defender el derecho al desarrollo del sur global, en particular de los países del continente africano, en términos de financiación para el desarrollo.
“Esto sigue siendo una acusación al mundo, ya que aún recibimos menos financiación para el desarrollo y, también en lo que respecta a las cuestiones del cambio climático, menos del tres por ciento de los recursos monetarios globales va al continente africano, cuando nos encontramos entre los más afectados”, señaló Lamola.
Este encuentro de Cancilleres tiene además el valor añadido a la hora de alcanzar algunos de esos propósitos expresados por Sudáfrica el hecho de que la Unión Africana estará presente como miembro de pleno derecho del G20.
Sin embargo, el encuentro ministerial se llevará a cabo en medio de conflictos armados regionales como los de Ucrania, Palestina, República Democrática del Congo, Yemen o Sudan, y tensiones diplomáticas agudizadas por las acciones de la actual administración estadounidense, de Donald Trump.
De esa manera, el evento se convertirá para Sudáfrica en una prueba sobre su habilidad para limar asperezas entre actores globales con intereses contrapuestos.
Como si esos desafíos fueran poco, recientemente el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, dijo que no asistiría a las reuniones de ministros de Relaciones Exteriores del G20 debido a la postura «antiamericana» de Pretoria, en lo que analistas ven como una referencia directa a la actitud crítica de Pretoria a las acciones de Israel contra el pueblo palestino.
Las posiciones de las naciones integrantes del G20 y los pronunciamientos de esta cumbre ministerial probablemente definan si el mandatario norteamericano asista o no a la cumbre de jefes de Estado del G20, prevista para noviembre de 2025, y donde Sudáfrica deberá entregar la presidencia pro tempore del grupo a Estados Unidos para 2026.
Así, dado el peso político y económico mundial que tiene Estados Unidos, su boicot puede tener negativas consecuencias sobre el funcionamiento del G20 pues, de inicio, socava la credibilidad del grupo como foro de conceso de alcance internacional.
Para Sudáfrica, como presidente pro tempore del G20, pudiera verse como un revés diplomático que eventualmente pueda afectar el trabajo de Pretoria como negociador en las relaciones entre actores globales con intereses contrapuestos y como vocero de las naciones africanas, al menos mientras dure su presidencia.
También en ese contexto no debe pasarse por alto que Estados Unidos bajo la presidencia de Trump es marcadamente hostil a la participación de Sudáfrica dentro del grupo Brics, en particular con China y Rusia.
Con China por la animadversión de Washington hacia el gigante asiático principalmente en temas económicos, aunque también molesto por la creciente influencia multifactorial de Beijing en varias regiones del mundo.
Con Rusia el tema es diferente, porque aunque Estados Unidos en este momento intente presentarse con un pacificador efectivo en el conflicto armado entre ese país y Ucrania, no deja de considerar a Rusia como un enemigo estratégico.
Sobre esa situación bélica, Washington percibe la postura de no alineamiento de Pretoria como un apoyo tácito a Rusia, algo que no le agrada.
Según expertos locales consultados por Prensa Latina, la ausencia de Washington en Johannesburgo, más allá de intentar dañar la reputación de Sudáfrica como eficaz negociadora, pudiera ir encaminada a destruir al G20 como ente de referencia global. La historia de la primera administración de Trump respecto a varios órganos de consenso y acción internacionales apoyan ese criterio.
A ello se suma la postura crítica, de ninguneo, e irrespetuosa de Washington hacia varios países de la Unión Europea, miembros del G20, como se evidenció en el discurso del vicepresidente estadounidense, JD Vance en la recién concluida Conferencia de Seguridad de Múnich, Alemania, destinada a consensuar posiciones respecto al diferendo armado Rusia-Ucrania.
De esa manera, este encuentro ministerial pudiera constituirse en un punto de inflexión en la geopolítica mundial. Dependerá de la actitud individual de las naciones participantes o del propio G20 como un todo, si éste podrá calificarse como algo positivo o no.
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