Decir que no se habla de otra cosa en suelo galo podría parecer exagerado, incluso resultan altisonantes las propias palabras de Le Pen esta mañana al afirmar que “el sistema liberó una bomba nuclear” con la sentencia emitida ayer por el Tribunal Correccional de París, pero lo cierto es que el tema corre como la pólvora.
Un dato ilustra el interés del público, la entrevista dada anoche al canal TF1 por la máxima dirigente de Agrupación Nacional (RN) para reaccionar frente a su condena fue seguida por unos ocho millones de telespectadores.
Para el magistrado de la Corte de Casación Rémy Heitz, no hay nada de político en la sentencia a la diputada de 56 años, hallada culpable por la justicia junto a otros correligionarios por malversar entre 2004 y 2016 casi tres millones de euros en un esquema de fraude relacionados con asistentes a legisladores en el Parlamento Europeo.
La decisión emitida por tres jueces independientes se basa en las reglas que rigen nuestra democracia, dijo a la cadena RTL el fiscal, quien calificó de “totalmente excesivos” los comentarios de Le Pen, sancionada con cuatro años de prisión, sin internamiento, y cinco de inhabilitación, que le impiden competir en las presidenciales del 2027, a menos que prosperen sus apelaciones.
Según la candidata de RN al Elíseo, carrera en la que lidera con holgura las encuestas, la condena en su contra viola el Estado de derecho y priva a millones de franceses de su aspirante favorita.
Le Pen volvió hoy a la carga en una rueda de prensa, al señalar que no permitirán “el robo de las elecciones presidenciales a los franceses”.
Si nos hacen esto es porque saben que podemos ganar los comicios, opinó la dos veces derrotada por el jefe de Estado Emmanuel Macron en el balotaje de 2017 y 2022 y clara líder en los sondeos de cara a la primera ronda de la cita en las urnas pactada dentro de dos años.
La fundadora de RN, partido heredero del ultraderechista Frente Nacional creado por su padre Jean-Marie Le Pen polariza a la sociedad con sus posturas nacionalistas y antiinmigrantes, pero lo cierto es que desde su primera candidatura presidencial en 2012, casi ha duplicado las intenciones de voto, fijadas en la actualidad por encima de un 30 por ciento del electorado.
Desde Donald Trump y Elon Musk en Estados Unidos hasta Georgia Meloni en Italia, Jair Bolsonaro en Brasil y Viktor Orban en Hungría, Marine atrae muestras de apoyo de la derecha más dura en diversas partes del mundo.
Sin embargo, son muchas las voces que se alzan para rechazar la victimización y demandar respeto para las decisiones judiciales y la separación de poderes en suelo galo.
Le Pen no es una víctima, ella es culpable de distribuir empleos ficticios, subrayó el diputado ecologista François Ruffin.
Por su parte, el primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, denunció en X que la extrema derecha en todo el planeta trata de manipular la justicia a su antojo.
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