La fabricación de la valiosa pieza de estilo barroco español fue encargada por monjes dominicos de la ciudad surandina de Cusco en 1650 y ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura de Perú.
Fue devuelta a la Embajada de Perú en Suecia por los hermanos Jan y Johan Gripmar, descendientes del embajador de ese país en Argentina, Carl Filibert Hultgren, quien lo obtuvo durante su visita a Lima como representante sueco en los festejos del centenario de la independencia de Perú, en 1821.
Hultgren se llevó el altar como obsequio a su esposa, para instalarlo en la iglesia de Uppsala, cerca de Estocolmo, capital sueca, pero por su gran tamaño no cabía en el templo y durante muchos años permaneció en las 17 cajas en las que fue transportado hasta Suecia.
Junto al altar, los hermanos Gripmar entregaron a la Embajada de Perú numerosos documentos originales de la época con más detalles sobre la historia de la pieza y el involucramiento de diversas figuras políticas, diplomáticas y académicas en el caso.
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