Esta iniciativa busca restablecer el control de las fronteras, reducir la migración neta y priorizar la contratación y capacitación de trabajadores nacionales para fortalecer la economía del país.
La ministra del Interior Yvette Cooper reconoció que el sistema actual ha sido caótico, con un aumento récord de la migración neta desde 2020, y que el anterior gobierno no supo abordar adecuadamente la escasez de trabajadores cualificados en Reino Unido.
Esto, aformó, ha socavado la confianza pública y distorsionado el mercado laboral.
Entre las principales medidas anunciadas en el Libro Blanco que se publicará próximamente, aparecen: elevar los umbrales de habilidades requeridos para las visas de trabajo, al vincularlas en el nivel de título académico, a partir de un enfoque en trabajadores con formación de posgrado.
Asimismo, imponer restricciones más estrictas al reclutamiento para ocupaciones con escasez, limitando temporalmente el acceso al sistema migratorio para puestos por debajo del nivel requerido.
Igualmente, priorizar a las empresas que contraten trabajadores británicos mediante nuevas estrategias de fuerza laboral industrial, y fomentar la capacitación y desarrollo de habilidades nacionales.
Por último, crear grupos de análisis para identificar sectores que dependen excesivamente de mano de obra extranjera y revertir la subinversión en formación local.
El gobierno enfatiza que esta reforma representa un cambio de paradigma: la escasez de mano de obra deberá abordarse primero con acciones nacionales en materia de habilidades y empleo, en lugar de recurrir automáticamente a la inmigración para cubrir vacíos laborales.
Así, se espera no solo reducir la migración neta, sino también aumentar la productividad y mejorar el nivel de vida de los trabajadores británicos.
Con esta reforma, Reino Unido busca un sistema migratorio más controlado, ordenado y justo, que responda a las necesidades reales del mercado laboral y promueva un crecimiento económico sostenible.
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