Las basea de la Confederación General de Trabajadores de Perú cumplieron por una parte una jornada nacional de lucha con diversas modalidades, principalmente de marchas en esta capital y otras ciudades.
La movilización fue más intensa en las combativas regiones surandinas de Puno y Cusco y en la primera hubo bloqueos de carreteras que interrumpieron el tránsito en las rutas que conducen a las fronteras con Bolivia y Brasil.
Las organizaciones sociales de Cusco cumplieron un paro de labores al que se sumaron los transportistas y que afectó la actividad turística, de la cual la región es la más importante del país, y hubo una masiva marcha pacífica.
Los cusqueños reclamaron también la ejecución del Gasoducto del Sur, para proveer del combustible producido por el yacimiento de gas de Camisea que se ubica en esa región, a la que paradójicamente no abastece del producto.
En ciudades como Arequipa, también en el sur, y Huancayo, en los andes centrales, hubo marchas de las bases de la CGTP y organizaciones campesinas y de otros sectores.
En Lima, la central sindical marchó por el centro de la ciudad y protestó ante el Congreso que, según el dirigente Gustavo Minaya, aprueba leyes que favorecen a la criminalidad.
Minaya señaló que la movilización demandó respeto a los derechos laborales ante una ola de despidos de trabajadores y otros atentados contra los sindicatos.
También en Lima, los emprendedores del gran centro de producción y comercio de textiles Gamarra cerraron sus tiendas y marcharon por la zona exigiendo mayor seguridad ante las extorsiones y su correlato de asesinatos por sicarios.
Igualmente sin articulación con la CGTP, grupos de transportistas marcharon hasta el Palacio Legislativo para condenar las leyes que mediatizan la lucha contra la criminalidad y sobre todo contra las extorsiones y homicidios de los que los choferes son víctimas.
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