“Hoy el Perú marca un nuevo hito en su historia. Hoy podemos decir que el Perú alza vuelo con la fuerza de su gente”, manifestó en el acto realizado en la terminal con la presencia de otras autoridades y la embajadora de Alemania en Perú, Sabine Bloch.

La mandataria reivindicó el mérito de haber continuado proyectos anteriores a su administración, como la nueva terminal construida y operada por la empresa alemana Lima Airport Partners (LAP).

El nuevo aeropuerto cuenta con 120 módulos de chequeo de pasajeros para su embarque, tomógafos para examinar valijas sin abrirlas, control migratorio ágil y 46 mangas para abordaje.

Tiene 59 salas de embarque; 75 elevadores, 35 escaleras y 19 caminadoras; control remoto digital de la pista de aterrizaje con cámaras, para el posicionamiento preciso de aeronaves, tres mil cámaras de seguridad y parqueo para dos mil 400 vehículos.

El viejo aeropuerto, que dejará de funcionar el domingo próximo y el nuevo entrará en plenas funciones al día siguiente.

El Gobierno de Alan García (2006 – 2011) suscribió el contrato con LAP inicialmente dedicado a operar el aeropuerto antiguo, con opción a construir el nuevo, lo que se concreto bajo la administración de Ollanta Humala.

La necesidad de ocupar terrenos agrícolas cercanos para la nueva terminal implicó litigios que postergaron la obra, lo que no afectó mayormente a LAP, pues recibía algo más de un 46,0 por ciento de los ingresos brutos del aeropuerto.

Por ello, buena parte de la inversión de dos mil millones de dólares que, según LAP, costó el nuevo aeropuerto y que resaltó la embajadora alemana, se cubrieron con los citados ingresos.

Los problemas de terrenos se solucionaron finalmente y en 2023 comenzó la construcción, cuya inauguración sufrió también una nueva demora, pues LAP tenía pensado iniciar las operaciones en diciembre de 2024, pero problemas con requisitos técnicos indispensables determinaron que se postergara.

La gran obra tiene pendiente reclamos de los servicios estatales de Policía, Aduana y Migración, que piden espacios mayores para sus tareas.

También tiene problemas de acceso, responsabilidad estatal por no cumplirse la construcción de dos puentes sobre el río Rímac, por lo cual tuvo que instalarse puentes modulares provisionales.

A ello se suma el congestionamiento del tránsito automotor en la avenida previa a la senda exclusiva que lleva a la terminal, a lo que se busca solución.

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