En la investigación se compraron los índices de curación de lesiones en humanos, monos y ratones, y el grupo internacional de científicos señaló que la pérdida del pelaje hace millones de años en el Homo sapiens resultó en mayor lentitud en los procesos de cicatrización.
Compararon las tasas de cicatrización en los estudiados, y comprobaron que las heridas humanas eran notablemente más lentas en su cicatrización, lo cual, según los autores de la pesquisa, no es una característica común entre el orden de los primates, y pone de relieve la posibilidad de adaptaciones evolutivas.
Una de las posibles hipótesis ante estas diferencias radicaría en que los humanos ya no cuentan con pelaje en sus cuerpos, pues con el tiempo este se remplazó por las glándulas encargadas de la sudoración, lo cual le permitió un mejor control de la temperatura corporal.
Tal control posibilitó a los humanos mantener la actividad física en climas cálidos sin sobrecalentarse, un beneficio esencial para la supervivencia y la expansión de la especie, de acuerdo con numerosas investigaciones sobre este fenómeno.
Otros artículos científicos apuntan que, aunque cicatrice lento, la especie humana desarrolló cuidados colectivos, vendajes, remedios naturales y otras estrategias que le permiten sobrevivir a heridas graves.
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