Brasil inaugura centro amazónico para enfrentar crimen organizado

Brasilia, 17 jun (Prensa Latina) Con el respaldo del Fondo Amazonia y la presencia de países vecinos, Brasil inauguró hoy en Manaos, capital del norteño estado de Amazonas, un centro internacional para coordinar acciones policiales conjuntas y enfrentar delitos ambientales, narcotráfico y contrabando.

El llamado Centro de Cooperación Policial Internacional de la Amazonía (CCPI) será un paso clave en la lucha por la preservación de la selva y el combate al crimen organizado que opera en sus entrañas.

La iniciativa que busca unir a los países amazónicos en una cruzada común contra delitos que traspasan fronteras.

Coordinado por la Policía Federal de Brasil y financiado con recursos del Fondo Amazonia, el nuevo establecimiento contará con tecnología de punta para monitoreo, así como especialistas en inteligencia y logística que actuarán desde su base en Manaos.

El ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, fue claro al asumir que ningún Estado puede enfrentar por sí solo las redes criminales que avanzan sobre la selva.

Resulta «necesario que los países se unan para combatir el crimen organizado», expresó durante la ceremonia inaugural.

La cruzada se enmarca dentro de los compromisos asumidos por los países de la región —Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana y Surinam— durante la cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), celebrada en el estado de Pará en 2023.

Reflotada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva tras años de parálisis, la OTCA vuelve a tener centralidad geopolítica como espacio para concertar estrategias frente a los desafíos comunes en la Amazonia.

El CCPI promete un intercambio ágil de información y el desarrollo de acciones conjuntas ante amenazas como el tráfico de drogas, el contrabando y los delitos ambientales que erosionan no solo la biodiversidad, sino también la soberanía y seguridad de los países amazónicos.

Los números justifican la urgencia: en 2022, la tasa de muertes violentas en la Amazonia brasileña fue de 30,9 por cada 100 mil habitantes, muy por encima del promedio nacional.

Actividades ilegales, como la tala indiscriminada y la minería clandestina, suelen estar respaldadas por estructuras criminales que aprovechan la débil presencia estatal en zonas remotas.

El nuevo centro en Manaos no es solo una estructura física, representa una respuesta política y técnica a la creciente presión sobre el mayor bosque tropical del planeta.

Bajo tiempos de crisis climática y expansión del crimen organizado, los países de la región parecen haber comprendido que la seguridad y la protección ambiental son causas inseparables.

Con esta apuesta por la integración y el control compartido del territorio, el Gobierno brasileño busca enviar un mensaje al mundo: la Amazonia no está sola. Su defensa es una prioridad regional y global.

rc/ocs

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