Un informe divulgado este martes por la Organización de Naciones Unidas (ONU) revela que el país árabe tiene actualmente la segunda peor brecha de género en el mundo, con una disparidad del 76 por ciento entre los logros de las mujeres y los hombres en materia de salud, educación, inclusión financiera y adopción de decisiones.
En este momento, sólo el 24 por ciento de las mujeres forma parte de la fuerza de trabajo, frente al 89 por ciento de los hombres, ya que la continuación de los prolongados conflictos económicos condujo al aumento del número de mujeres en empleos.
Las mujeres afganas se percatan sólo del 17 por ciento de su potencial, y las políticas recientes del Gobierno de facto, incluida la prohibición, desde diciembre de 2024, de las niñas en la enseñanza secundaria y las restricciones cada vez más estrictas a la circulación de mujeres, perpetuarán y tal vez empeoren este potencial infravalorado, asegura el estudio, el más exhaustivo realizado desde que el régimen Talibán tomó el control en 2021.
De acuerdo con la organización multinacional, este tipo de exclusión social, económica y financiera de la mujer impide el progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la igualdad de género, al tiempo que exacerba la pobreza y la inestabilidad en general, lo que hace más difícil para la economía diversificar las fuentes de mano de obra.
«Desde 2021, hemos sido testigos de un ataque deliberado y sin precedentes a los derechos, la dignidad y la existencia misma de las mujeres y niñas afganas. Sin embargo, a pesar de las restricciones casi totales en sus vidas, las mujeres afganas perseveran», dijo Sofía Calltorp, jefa de acción humanitaria de la agencia ONU Mujeres.
El documento deja claro que la desigualdad de género en Afganistán no comenzó con los talibanes, pues la discriminación institucionalizada se suma a las barreras culturales profundamente arraigadas que también retienen a las mujeres.
Junto con el deterioro de la equidad de género, empeoran también las perspectivas de ayuda, ya que los fondos actuales de las agencias cubren solo el 18 por ciento del plan de respuesta humanitaria para la nación.
Como consecuencia, 300 centros de nutrición para madres y niños desnutridos cerraron y 216 puntos de asistencia a las víctimas de la violencia de género suspendieron el trabajo, lo que afecta a más de un millón de mujeres y niñas afganas.
«Las decisiones que tomemos ahora revelarán lo que representamos como una comunidad global. Si el mundo tolera el borrado de las mujeres y niñas afganas, envía un mensaje de que los derechos de las mujeres y las niñas de todas partes son frágiles y prescindibles», apuntó Calltorp.
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