Varios expertos estudian la inusual actividad sísmica, para tratar de comprender la causa, pero hasta ahora solo corroboraron que se trata de algo sin precedentes.
Esta área en la prefectura de Kagoshima es conocida como una de las zonas sísmicas más activas del mundo, sin embargo, los terremotos aquí suelen remitir en unos 10 días y la presente racha comenzó el 21 de junio anterior y continúa.
La corporación nipona de medios de prensa NHK citó un análisis del profesor Yusaku Ohta, de la Escuela de Posgrado de Ciencias de la Universidad de Tohoku, que examinó el movimiento de la corteza terrestre del 2 al 5 de julio, cuando se produjo un terremoto de magnitud 5,5 y otros movimientos de similar nivel.
En Japón, los científicos utilizan una escala propia del país, que califica los sismos con valores del cero al siete.
De acuerdo con Ohta, las islas Kodakara y Takara se habían desplazado antes principalmente hacia el noreste, pero jamás se habían movido alejándose entre sí, como sucedió en este período.
La conclusión deriva del análisis de los datos recopilados por los puntos de observación de la Autoridad de Información Geoespacial de Japón y los instalados en estaciones base por compañías de telecomunicaciones.
Ante los rumores sobre el advenimiento de un gran desastre, Ohta explicó que si bien hay movimientos de la corteza nunca antes vistos, por el momento nada permite afirmar alguna relación con un fenómeno de mayor magnitud en la región suroeste del archipiélago.
Científicos de la Agencia Meteorológica de Japón reconocieron que los más de mil 700 terremotos registrados han sido lo suficientemente fuertes como para ser percibidos por los humanos.
El lunes anterior se detectaron 60 temblores y 39 el martes; de hecho, la prolongación de los movimientos telúricos -algunos con intensidad de seis- produjo una huida sin precedentes de las poblaciones de la cadena de islas Tokara.
La emigración comenzó hace días de forma espontánea por mar, los habitantes valoran alejarse del estrés y el insomnio, pues la tensión ni siquiera les permite dormir con tranquilidad.
Algunos describieron a medios locales de prensa la tensión constante, porque los temblores interrumpen cualquier rutina y la magnitud del peligro es incalculable.
Según reportes de las autoridades, en las islas han quedado solo aquellas personas que no han querido renunciar al cuidado de su ganado, cultivo y otras propiedades.
La ansiedad parece dominar el ánimo de los pobladores, pese a no reportarse daños graves ni heridos en la región, hasta el momento.
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