«Si él nos cobra un 50 por ciento, nosotros les cobraremos un 50 por ciento», declaró Lula en una entrevista televisiva.
Aseguró que, de fracasar las negociaciones, entrará en vigor la Ley de Reciprocidad aprobada este año por el Congreso Nacional.
Las declaraciones reactivan el riesgo de una guerra comercial entre ambas potencias, en un escenario que recuerda las tensiones previas entre Washington y Beijing.
En Brasil, incluso líderes políticos tradicionalmente moderados como Davi Alcolumbre (Senado) y Hugo Motta (Cámara de Diputados) respaldaron la postura del Ejecutivo.
«Defenderemos nuestra economía y nuestros empleos», afirmaron en un comunicado conjunto.
El detonante fue una carta firmada por Trump, publicada en redes sociales, en la que el republicano califica de «cacería de brujas» el juicio contra el exmandatario Jair Bolsonaro, acusado de golpista, e incluye duras críticas al Poder Judicial brasileño.
Según Lula, el documento representa una injerencia intolerable y ordenó a sus diplomáticos que la devuelvan si llega formalmente al Palacio de Planalto, sede del Poder Ejecutivo en Brasilia.
Analistas consideran que esta tensión beneficia políticamente a Lula.
«Trump le regaló una narrativa electoral», observó Thomas Traumann, consultor político.
Por su parte, el diario O Estado de Sao Paulo, generalmente crítico al Gobierno, calificó el movimiento de Trump de «cosa de la mafia» y apoyó la respuesta de Lula.
La Confederación Nacional de la Industria advirtió que un aumento del 50 por ciento en los aranceles afectaría especialmente a sectores como el acero, la agroindustria y la tecnología, pilares clave de las exportaciones brasileñas hacia Estados Unidos.
Mientras tanto, sectores vinculados al exgobernente ultraderechista, como su hijo, el diputado licenciado Eduardo Bolsonaro, actualmente residiendo en el país norteño, expresaron su respaldo público a Trump, intensificando la percepción de una crisis binacional motivada por intereses personales.
El caso plantea interrogantes no solo sobre la soberanía brasileña, sino también sobre los límites del poder presidencial estadounidense en política comercial.
La situación eleva la incertidumbre política en Brasil. El juicio contra Bolsonaro continúa, mientras se especula que Trump podría ofrecerle algún tipo de asilo si es condenado.
Para Lula, la respuesta es clara: «Brasil no se arrodilla ante presiones externas».
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