En un comunicado de esa institución en ocasión del Día mundial de ambas especies se señala que estos mamíferos son vitales para mantener la salud del mar por sus funciones ecológicas, así como el impacto positivo que generan en las comunidades costeras mediante del turismo de observación.
Miambiente recordó que en julio se inicia la temporada de avistamiento de la ballena jorobada, una de las especies más visibles que llega desde el Pacífico sur para reproducirse y dar a luz.
Este fenómeno atrae a turistas nacionales e internacionales, generando beneficios económicos directos para comunidades y operadores de la industria del ocio, agrega el mensaje.
Las ballenas pueden ser avistadas a lo largo de la costa pacífica panameña, siendo la localidad de Pedasí, en la central provincia de Los Santos, uno de los principales puntos, por su cercanía con los refugios de vida silvestre Isla Iguana y Pablo Arturo Barrios.
Otros sitios son Boca Chica, Parque Nacional Coiba, el Golfo de Montijo y Santa Catalina, en Veraguas y Archipiélago de las Perlas.
En tanto, en el Caribe, se encuentra en la Bahía de los Delfines en el Archipiélago de Bocas del Toro y en todo el pacífico panameño.
La cartera también indicó en su informe que el clima influye en la presencia de la ballena jorobada, ya que su migración desde el Pacífico Norte y Sur responde a los cambios estacionales, pues con la llegada del invierno en sus zonas de origen estas especies se desplazan hacia aguas cálidas como las panameñas.
Es así que las ballenas jorobadas pueden observarse de diciembre a abril (poblaciones del norte), entre junio-julio y octubre (poblaciones del sur), siendo estas últimas las que permanecen más tiempo, indica ese texto.
Además señala que se trabaja en potenciar el equilibrio ecológico con capacitaciones a operadores turísticos, monitoreos de campo y la aplicación del código de conducta para el avistamiento responsable.
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