La prensa ya se preguntaba por qué el mandatario no había opinado sobre el pacto logrado bajo la amenaza del presidente Donald Trump, de imponer aranceles del 30 por ciento a las exportaciones del bloque comunitario hacia su país, un acuerdo calificado de sumisión por el primer ministro François Bayrou y de desequilibrado por varios jefes de cartera.

Para Macron, la UE no supo hacerse escuchar ni mostrarse como una potencia en las negociaciones, las cuales condujeron a un resultado claramente favorable para Estados Unidos, que fijó tarifas del 15 por ciento a productos europeos e impuso la compra de sus hidrocarburos por 250 mil millones de dólares anuales e inversiones por otros 600 mil millones.

“Para ser libre hay que ser temido, y no fuimos lo suficientemente temidos”, dijo el jefe de Estado, citado por participantes en una reunión este miércoles del Consejo de Ministros.

El presidente galo también consideró que el proceso con Washington no ha terminado, asegurando que las negociaciones continuarán.

Respecto a los elementos del acuerdo que valoró, el mandatario señaló que garantiza visibilidad y previsibilidad a corto término y preserva los intereses europeos y franceses.

Al respecto, mencionó la exención de aranceles para sectores clave de Francia, como las exportaciones en el ámbito de la aeronáutica.

Asimismo, resaltó que no cuestiona las normas sanitarias y ambientales de la UE.

El pacto anunciado por Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con bombos y platillos fue duramente criticado en suelo galo, tanto desde el oficialismo como el empresariado y la oposición política.

Según el Movimiento de Empresas de Francia (Medef), el acuerdo alcanzado constituya “casi una humillación”, mientras que la líder de la extrema derecha y varias veces candidata presidencial, Marine Le Pen, lo consideró un fiasco político, económico y moral.

Político, porque la UE la integran 27 países y ha obtenido menos buenas condiciones que el Reino Unido; económico, porque acepta cláusulas asimétricas que un ejecutivo francés patriota no habría permitido; y moral, porque una vez más sacrifica a nuestros agricultores, subrayó la diputada de Agrupación Nacional.

Por su parte, La Francia Insumisa llamó al pacto una capitulación y un “acuerdo de la vergüenza”.

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