La convocatoria forma parte de un comunicado emitido por el ministerio de Relaciones Internacionales y Cooperación, en el cual Sudáfrica expresa su solidaridad con las personas afectadas y exige la suspensión inmediata de las hostilidades, así como la reanudación de negociaciones genuinas que conduzcan a una paz duradera.
El conflicto prolongado, sostiene la Cancillería, amenaza no solo la estabilidad y el desarrollo de Sudán, sino que intensifica la crisis humanitaria y la oleada de refugiados en la región.
También insistió en que no existe solución militar viable para la crisis y urgió a las partes a respetar el derecho internacional humanitario, protegiendo especialmente a la población civil y brindando libre acceso a la ayuda médica y humanitaria, con atención prioritaria a zonas críticas como El Fasher.
En su rol diplomático, se añade en el documento, el presidente Cyril Ramaphosa ha exhortado a los actores en conflicto a regresar a la mesa de diálogo, subrayando la importancia de un proceso inclusivo y bajo liderazgo sudanés que permita la transición hacia un gobierno civil democrático.
Sudáfrica reafirmó en el comunicado su apoyo a los esfuerzos mediadores del enviado especial de la ONU para Sudán, Ramtane Lamamra, junto a la Unión Africana y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), para buscar una solución pacífica y sostenible.
El ministerio de Relaciones Internacionales y Cooperación enfatizó que, pese a los retos existentes, la comunidad internacional y regional debe persistir en sus esfuerzos para detener los abusos de derechos humanos y garantizar que el pueblo sudanés pueda vivir en libertad y seguridad en esta generación.
Pretoria manifestó en la declaración su profunda preocupación por la escalada de violencia entre las Fuerzas Armadas Sudanesa (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), conflicto que ha causado numerosas víctimas civiles, daños a infraestructuras vitales y desplazamientos masivos dentro y fuera del territorio sudanés.
Recientemente, citó, el ataque con artillería pesada en El Fasher, capital de Darfur del Norte y sitiada durante más de 500 días, causó al menos 24 muertos y decenas de heridos, incluidos mujeres y niños, tras impactar barrios densamente poblados y el mercado central.
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