Desde misiles balísticos de última generación hasta los cazas más modernos del gigante asiático, todo el arsenal mostrado durante este acto es de producción nacional y en servicio activo.
Por primera vez, China expuso públicamente armas estratégicas navales, aéreas y terrestres, así como sistemas de alta precisión, plataformas no tripuladas y efectivos anti-drones.
El Ejército Popular de Liberación formado en diferentes compañías mostró la modernización a la que ha estado sujeto en los últimos años y el desfile constituye una presentación de estas fuerzas armadas camino a su centenario dentro de dos años.
Pese al majestuoso despliegue militar, Beijing subrayó el carácter estratégico y pacífico de la parada militar que busca conmemorar el aniversario 80 de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la derrota del fascismo.
El presidente de China pronunció un discurso en el que subrayó la interconexión del destino humano y reafirmó el compromiso de su país con la paz, la cooperación y el desarrollo pacífico.
La historia advierte que solo mediante la igualdad, la armonía y el apoyo mutuo, las naciones pueden salvaguardar la seguridad común y eliminar las raíces de la guerra, se debe evitar la repetición de tragedias históricas, afirmó.
Xi exhortó a acelerar la construcción de fuerzas armadas de clase mundial con una misión que incluye salvaguardar la soberanía, la unificación y la integridad territorial de China.
Asimismo, aseguró que las fuerzas armadas deben aportar apoyo estratégico al gran rejuvenecimiento de la nación china.
En este desfile militar participan 26 jefes de Estado y de Gobierno, así como otros altos representantes de varias organizaciones internacionales.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien conversó brevemente con Xi durante la parada, es el único mandatario de América Latina y el Caribe presente en este acto conmemorativo, aunque también hay altos representantes del gobierno de Nicaragua, Brasil y Venezuela.
A cada lado de Xi Jinping se encontraba el jefe de Estado de la Federación rusa, Vladimir Putin, y el máximo líder de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Kim Jong Un.
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