Leyanis Pérez, dueña del oro en el triple salto, encabezó la faena al estampar 14.94 metros, mejor marca del año; Roxana Gómez, sexta en los 400 metros planos con 49.48 quebró el registro histórico cubano, mientras Anisleidis García debutó en los 5000 con 15:31.35 minutos, también con récord nacional, y Daily Cooper, con 1:58.16 en los 800, selló su pase a semifinales con la mejor marca de su vida.
Cada una escribió un capítulo singular en la jornada. Pérez, apenas con 23 años, emergió como reina del foso, derribando mitos y desterrando dudas con un salto que la instala en la constelación de las inmortales. En su cuarto intento, la antillana se impulsó no solo con sus músculos, sino con el aliento de generaciones enteras, para dejar atrás a campeonas olímpicas y leyendas vivientes.

En la pista, Roxana Gómez corrió como si persiguiera un espejismo, y al detener el cronómetro en 49.48 segundos rompió las fronteras de lo posible para Cuba.
Sexta del planeta en la prueba, inscribió su nombre con letras candentes en la historia, compitiendo junto a campeonas del calibre de la estadounidense Sydney McLaughlin-Levrone y la dominicana Marileidy Paulino, oro y plata, respectivamente.

Mientras tanto, Anisleidis García trazó un sendero inexplorado: el del fondo cubano en campeonatos mundiales. Su 15:31.35 minutos en los 5000 más que un récord nacional, fue la primera piedra en el camino hacia un horizonte donde las cubanas no se resignan a mirar desde las gradas las grandes distancias.

Y en la doble vuelta al óvalo, Daily Cooper dio un golpe de madurez al clasificar a semifinales. Con 1:58.16 minutos tejió una estrategia de sabiduría y coraje, acelerando en el momento justo para aferrarse a la clasificación.
El atletismo cubano encontró en Tokio una narrativa de resiliencia y futuro. Una generación de mujeres que, entre la épica y el sacrificio, empuja la bandera de su país hacia lo más alto del podio de la memoria deportiva.
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