De acuerdo con el emisor estatal, ese monto representa un incremento interanual de 26 por ciento (mil 885,5 millones de dólares más), en comparación con el mismo periodo (enero-septiembre) de 2024, cuando esos ingresos sumaron siete mil 194,4 millones de dólares.

El BCH reportó que, gracias a este ingreso de divisas, los sectores productivos pudieron acceder a más de 14 mil millones de dólares destinados a la importación de productos del exterior.

Las remesas no solo representan un soporte económico directo para las personas receptoras, sino que también funcionan como un motor de desarrollo local, permitiendo que los recursos circulen en comunidades donde muchas veces la actividad económica formal es limitada.

Este flujo masivo de dinero, proveniente principalmente de la diáspora en Estados Unidos y España, consolida el esfuerzo y la resiliencia de los migrantes para sostener a miles de familias en el territorio nacional.

Desde gastos de alimentación, educación y salud, hasta inversiones en pequeños negocios y vivienda, los efectos multiplicadores de esas transferencias se perciben en distintos niveles de la sociedad hondureña.

Las remesas familiares en 2024 sumaron nueve mil 743 millones de dólares, por encima de los nueve mil 177,5 millones de 2023.

Representan más del 25 por ciento del Producto Interno Bruto de Honduras y son la primera fuente de divisas de esta nación, por delante de exportaciones como el café, los productos de la maquila (industria ensambladora), el camarón y otros bienes.

Autoridades financieras auguran que el envío de remesas podría superar los 10 mil 200 millones de dólares al cierre de 2025.

Sin embargo, la cancelación del Estatus de Protección Temporal para unos 55 mil hondureños en Estados Unidos podría repercutir de manera negativa en el flujo de esas partidas, pues muchos de los beneficiarios de ese programa serían deportados por el gobierno del presidente Donald Trump.

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