El documento, emitido con ocasión del Día Universal del Niño, recoge un amplio registro de abusos sufridos por menores de edad, incluidos asesinatos, torturas, desapariciones forzadas, negación de derechos básicos, destrucción de escuelas y centros de salud, así como el riesgo persistente de minas terrestres y municiones sin detonar.
El informe advierte que los niños en Siria continúan enfrentando graves desafíos estructurales tras el derrocamiento del gobierno anterior, entre ellos el deterioro del sistema educativo, la falta de servicios esenciales y la necesidad urgente de ayuda humanitaria para más de 7,5 millones de menores.
Según el texto, aunque la violencia disminuyó en algunos frentes, persisten los efectos del trauma psicológico, la pobreza, la pérdida de familiares y la debilidad de la protección social, factores que obstaculizan el acceso a derechos fundamentales.
La RSDH documentó el asesinato de 30 mil 686 niños entre marzo de 2011 y el 20 de noviembre de 2015, y aclaró que el año 2013 fue el más mortífero, con Alepo como la gobernación más golpeada.
La red señaló que el patrón de víctimas infantiles persistió después de diciembre del 2025, debido a enfrentamientos armados, bombardeos, ataques israelíes y disparos al aire. La organización registró la muerte de 51 niños en la región costera de Siria, 20 en la gobrenación sureña de Sweida y 18 por balas perdidas.
Las minas terrestres siguen siendo una amenaza importante, y desde diciembre de 2024 han provocado la muerte de al menos 107 niños y herido a muchos más.
La organización instó a la Comisión Nacional para las Personas Desaparecidas a crear una base de datos unificada y vinculada al registro civil, así como a iniciar investigaciones sobre el traslado de menores desde centros de detención a hogares de acogida.
La RSDH pidió además que las familias sean informadas de los resultados de dichas investigaciones y que tengan acceso a mecanismos de revisión.
El informe concluye que la protección de la infancia en Siria requiere medidas urgentes y sostenidas para evitar que una nueva generación siga cargando con el impacto del conflicto.
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