Durante una conferencia de prensa luego de su gira por países de Asia Central, el titular señaló que tales afirmaciones cruzan líneas rojas inaceptables y violan compromisos asumidos por Tokio en los cuatro documentos políticos bilaterales con Beijing.
Wang Yi afirmó que el retorno de Taiwán a China fue establecido de forma inequívoca en documentos internacionales como la Declaración de El Cairo, la Declaración de Potsdam y el acta de rendición de Japón, y constituye un resultado ineludible de la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
Asimismo, recordó que en este año se conmemora el 80 aniversario del triunfo sobre el fascismo y el militarismo japonés.
En este sentido subrayó que Japón, como nación derrotada en la guerra, tiene la obligación permanente de respetar esos acuerdos.
Afirmó que cualquier gobierno en Tokio debe respetarlas, independientemente del partido en el poder.
El canciller advirtió que si la nación nipona persiste en sus errores, la comunidad internacional tendrá el derecho de reexaminar los crímenes históricos del militarismo japonés.
Subrayó que impedir el resurgimiento del militarismo japonés es una responsabilidad colectiva de todos los pueblos que defienden la justicia.
La primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, dijo recientemente ante la Dieta (Parlamento japonés) que si China ataca Taiwán esto crearía una «crisis existencial» para Japón, lo que supondría la movilización de las Fuerzas de Autodefensa del país y la posible intervención de Tokio en ese conflicto.
El fuerte descontento de Beijing llevó a la Cancillería china a emitir una alerta de viaje a la nación vecina para aconsejar a sus ciudadanos que no la visiten en el futuro próximo.
Entre otras medidas, el Ministerio de Relaciones Exteriores envió una carta a la Asamblea General de la ONU para explicar la gravedad de estos comentarios, pospuso reuniones entre los ministros de Cultura de ambos países y suspendió la importación de productos acuáticos provenientes de Japón.
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