La ceremonia tuvo lugar en el monumento a los héroes de la Plaza de la Revolución, en esta capital, donde fueron depositadas ofrendas florales en nombre del Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua, de la embajada de Cuba y del grupo parlamentario de amistad con la isla.

Durante el acto, el canciller nicaragüense, Valdrack Jaentschke, evocó la extraordinaria vida del comandante en jefe, quien —dijo— transformó la realidad de millones de hermanos “con profundo amor, solidaridad, cariño, verdad, inteligencia, entendimiento, sensibilidad, visión, compromiso y perseverancia”.

“Desde este sagrado lugar que honra la historia y la memoria de nuestros héroes y mártires, conmemoramos a este gigante político, pensador y humanista, al líder visionario de la Revolución cubana y de revoluciones alrededor del mundo, como la Revolución Popular Sandinista”, afirmó el jefe de la diplomacia.

Jaentschke subrayó que los desafíos actuales mantienen la misma raíz de décadas atrás, pues persisten “las pretensiones expansionistas y las perversiones imperialistas” expresadas en bloqueos, medidas coercitivas, campañas mediáticas, listas arbitrarias e intentos de golpes de Estado, con el propósito de destruir revoluciones soberanas y dignas.

Por su parte, el jefe de la bancada sandinista, Edwin Castro, destacó el carácter humanista del líder cubano y lo calificó como un hombre de amor a la humanidad. “Vinimos a celebrar nueve años de inmortalidad de uno de los más grandes de esta historia, uno de los más grandes comandantes y dirigentes revolucionarios, no solo de Cuba, sino de América y el mundo”, expresó.

El diputado advirtió que, en un contexto internacional convulso, donde “las armas quieren hablar más fuerte que las ideas”, la vigencia del pensamiento fidelista demuestra que “las ideas, el amor y la paz pueden más que el odio en la humanidad”.

En su intervención, la embajadora de Cuba en Nicaragua, Iliana Fonseca, resaltó que Fidel fue “el arquitecto de la dignidad de un pueblo”, forjando —dijo— en el yunque de la resistencia “la Cuba rebelde que se atrevió a ser libre a solo 90 millas del imperio más poderoso de la tierra”.

“Él nos enseñó que lo imposible solo tarda un poco más; que la soberanía no se negocia y que la solidaridad es el mejor capital de los pueblos”, afirmó.

Fonseca destacó que la luz del líder histórico trascendió las fronteras de la isla y se expandió por toda América Latina, encontrando en Nicaragua “un eco profundo y un hermano de camino”.

Al recordar a Fidel —subrayó— también se evoca la fraternidad indestructible entre Cuba y Nicaragua, una relación que definió no como mero vínculo diplomático, sino como una hermandad forjada en los principios compartidos de soberanía, justicia social y antiimperialismo.

En el homenaje participaron representantes del cuerpo diplomático acreditado en el país, miembros de la juventud sandinista y cubanos residentes en Nicaragua, quienes reafirmaron la vigencia del pensamiento y ejemplo de Fidel.

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