En una ceremonia cargada de música y tradición, Muñoz consideró que este último año no ha sido “normal” para la ciudad debido a los ataques deliberados del Gobierno nacional y otras instituciones estatales.
En particular cuestionó los retrasos en las asignaciones del Estado, que acumula una deuda con Quito de 187 millones de dólares, parte de la cual fue pagada en bonos a cinco años plazo, y eso frenó la capacidad de inversión municipal.

Además, mencionó la falta de respuesta oficial para avanzar con la extensión del Metro, aunque el presidente Daniel Noboa se comprometió a cumplir con la parte del Ejecutivo para expandir la infraestructura.
Muñoz criticó el “uso político de las instituciones” o lo que consideró como un intento por impedir que la ciudad avance.
A pesar de los contratiempos, el alcalde se comprometió a apostar por la protección social para niños y jóvenes, con programas de nutrición, salud y educación, así como repotenciación de servicios municipales y mencionó la entrega de ayudas alimentarias para cinco mil menores.
Para 2026, prometió “el año más ambicioso” en modernización del transporte y recuperación vial.
El burgomaestre subrayó que Quito es la “locomotora del desarrollo nacional”, al generar el 26 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), con un portafolio de inversiones de más de seis mil millones entre obras públicas y privadas.
La ceremonia incluyó un saludo de la Unesco que recordó cómo Quito fue la primera ciudad del mundo inscrita como Patrimonio Cultural de la Humanidad y destacó su Centro Histórico como uno de los mejor conservados del continente.
Con la presencia de la vicepresidenta, María José Pinto, la capital ecuatoriana celebró un aniversario más en un evento que combinó tradición, arte, reconocimientos y un fuerte componente político.
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