El canciller chino, Wang Yi, señaló que tales expresiones violaron compromisos previos de Japón y desafiaron los resultados de la Segunda Guerra Mundial y el orden internacional surgido tras la contienda.

El jefe diplomático subrayó que Taiwán perteneció a China desde la antigüedad y recordó que la Declaración de El Cairo de 1943 dispuso la devolución de esa isla al gigante asiático.

Añadió que el Aviso de Potsdam de 1945 ratificó la aplicación de la Declaración de El Cairo.

Indicó que Japón aceptó incondicionalmente esas disposiciones al rendirse en agosto de 1945.

Wang Yi precisó que China retomó el ejercicio de soberanía sobre Taiwán el 25 de octubre de 1945 mediante una ceremonia de rendición en Taipéi.

Por otro lado, afirmó que la República Popular China asumió en 1949 la representación de todo el país y su territorio, incluida la isla.

Asimismo, recordó que la resolución 2758 aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1971 restituyó a China sus derechos y expulsó a los representantes de Taiwán.

De acuerdo con Wang Yi, la opinión jurídica de la ONU determinó que esa isla es una provincia china.

Además, indicó que la Declaración Conjunta China-Japón de 1972 reconoció al Gobierno chino como único representante de China y comprometió a Japón a respetar la posición de Beijing.

Señaló que el Tratado de Paz y Amistad China-Japón de 1978 exigió cumplir esos principios, por lo que en general Wang Yi afirmó que estos hechos establecieron “siete niveles de confirmación” sobre el estatus de Taiwán como territorio chino.

El canciller dijo que promover la independencia de este territorio constituye un acto de secesión y apoyar esa agenda implica interferencia en los asuntos internos de China.

Wang mencionó que este año marca el 80 aniversario de la victoria china en la guerra de resistencia contra Japón.

En este sentido, expresó que Tokio, como país derrotado, debe actuar con prudencia y responsabilidad.

Sostuvo que resulta inaceptable que una nación con un historial colonial en Taiwán pretenda ahora utilizar el tema para amenazar a China.

Afirmó que Beijing y los pueblos amantes de la paz tienen el deber de defender los principios de la Carta de la ONU y evitar cualquier intento de remilitarización japonesa.

Incluso antes de la crisis con Japón, el gigante asiático reiteró en múltiples ocasiones que el principio de una sola China constituye el fundamento de sus relaciones diplomáticas y que considera la cuestión de Taiwán un asunto interno clave para su integridad territorial.

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