El tratado debía sellarse durante la Cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur), celebrada en la sureña ciudad brasileña, pero fue nuevamente postergado luego que Francia e Italia exigieran más tiempo para debatir medidas de protección agrícola.

Según fuentes oficiales, la rúbrica podría retrasarse hasta enero.

Cual declaración conjunta de seis páginas, los mandatarios Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Javier Milei (Argentina), Santiago Peña (Paraguay) y Yamandú Orsi (Uruguay), junto al canciller boliviano, Fernando Aramayo Carrasco, señalaron que la falta de consenso político dentro de la UE impidió concretar la firma prevista.

«El texto del acuerdo es el resultado de un equilibrio cuidadosamente logrado tras 26 años de negociaciones, y su firma enviaría una señal positiva al mundo en el contexto internacional actual», subraya el documento divulgado por el Gobierno brasileño.

Los jefes de Estado del bloque insistieron en que el pacto fortalecería el multilateralismo y la integración entre ambos bloques en un escenario global cada vez más competitivo.

Durante su discurso, Lula fue aún más enfático. Afirmó que el Mercosur estaba listo para cerrar el arreglo y advirtió que sin «voluntad política y valentía de los líderes europeos» no será posible concluir una negociación que ya se ha prolongado por más de dos décadas.

Reveló además que recibió una carta, un día antes de la cumbre, de los presidentes de la Comisión Europea y del Consejo Europeo, quienes manifestaron su expectativa de aprobar el acuerdo en enero.

«Lamentablemente, Europa aún no ha tomado una decisión», declaró el exdirigente obrero, quien confirmó que los líderes europeos solicitaron más tiempo para discutir salvaguardas agrícolas. Mientras tanto, aseguró, el Mercosur continuará profundizando relaciones con otros socios estratégicos.

Pese a la gravedad del contexto regional, el comunicado conjunto omitió cualquier referencia a la situación en Venezuela, que atraviesa una escalada de tensiones con Estados Unidos. No obstante, Lula abordó el tema en su intervención.

Refirió que Brasil sigue con preocupación el deterioro del clima político y comercial, y alertó sobre los riesgos de una eventual escalada militar en el continente.

«Una intervención armada en Venezuela sería una catástrofe humanitaria para la región y un peligroso precedente para el mundo», recalcó.

Comparó el escenario actual con momentos críticos del pasado y advirtió que, más de cuatro décadas después de la Guerra de las Malvinas, Sudamérica vuelve a verse atormentada por la presencia militar de una potencia extrarregional.

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