Temores latentes sobre las remesas en El Salvador

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San Salvador, 30 dic (Prensa Latina) Una alza en la cantidad de remesas que recibe El Salvador durante 2025 además de favorecer al país acrecentó las inquietudes sobre si ocurre una reducción en el futuro.

Qué pasaría si ese flujo se reduce por el endurecimiento de las políticas migratorias de la administración del presidente Donald Trump u otros factores como una crisis económicas o recesiones, pregunta un editorial del diario El Mundo. “Remesas: alivio real gracias al esfuerzo de nuestros migrantes”.

El desafío no es cómo depender mejor de ellas, sino cómo convertir ese alivio temporal en una estrategia de desarrollo que permita que migrar sea una opción, no una obligación, sostiene la publicación en su valoración.

Las ayudas familiares son un salvavidas económico para cientos de miles de hogares y al menos 369 mil 617 salvadoreños mejoraron su condición económica gracias a estos ingresos, lo cual demuestra que el esfuerzo migrante sostiene buena parte de la estabilidad social del país.

Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) revela una “paradoja incómoda”, aseveró el diario, el 90 por ciento de las remesas llegan a hogares que no son pobres.

Valora la publicación que “No porque exista mala intención, sino porque la migración —condición previa para enviar remesas— exige recursos que los hogares más pobres simplemente no tienen. Migrar cuesta, y esa barrera deja fuera a quienes viven en la pobreza extrema.

Sin embargo, precisa el editorial, “más de 116 mil personas lograron salir de la pobreza extrema gracias a las remesas, y otras decenas de miles pasaron de pobreza relativa a no pobres. Son cifras contundentes que hablan del impacto directo en el consumo básico: alimentación, vivienda, salud y educación.

Pero también evidencian una dependencia estructural peligrosa. Cuando las remesas representan el 27.3 por ciento del PIB, como ocurre en el país, no solo son un “músculo económico”; se convierten en un pilar sin el cual la economía tambalea, advirtió.

Estas ayudas no sustituyen políticas públicas sólidas de empleo, salarios dignos ni sistemas de protección social eficaces. Peor aún, subrayó El Mundo, pueden normalizar la idea de que el bienestar nacional descansa en la expulsión constante de su gente.

El propio estudio del BID subrayó que algunos hogares siguen atrapados en la pobreza extrema porque los montos recibidos son insuficientes o deben repartirse entre muchos. Ahí está el límite del modelo: el dinero que llega del exterior amortigua la caída, pero no rompe el círculo de la desigualdad, puntualizó.

Es evidente que hay un peligro latente que puede emerger si aumenta el número de deportados por las políticas de Trump y otras administraciones que elevaron desde 2013 hasta ahora a 334 mil 557 los salvadoreños expulsados de Estados Unidos, según los registros oficiales de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME).

mem/lb

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