La reunión, organizada como un momento especial de la semana más importante del año para las Naciones Unidas, servirá además como conmemoración del Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares.

La fecha mundial fue establecida por la propia Asamblea en recordación a la primera resolución aprobada por ese foro en 1946 para insistir en el cese total de su uso como la única forma de salvar al planeta.

El Día reafirma el compromiso de la comunidad global con el desarme como una prioridad y proporciona una oportunidad para educar al público y sus líderes acerca de los beneficios reales de la eliminación de este tipo de armas, y los costos sociales y económicos de su perpetuación.

De acuerdo con estimaciones de la ONU, más de la mitad de la población mundial aún vive en naciones que o bien tienen este tipo de armas o son miembros de alianzas nucleares.

Aunque se contemplan importantes reducciones de esos artefactos desplegados desde el apogeo de la Guerra Fría, no se destruyó físicamente ni una sola de conformidad con ningún tratado, bilateral o multilateral, y tampoco hay negociaciones en marcha sobre esta cuestión.

La doctrina de la disuasión nuclear persiste como un elemento de las políticas de seguridad de todos las naciones que las poseen y sus aliados.

En el actual contexto, la frustración aumenta por el lento proceso de desarme, especialmente con las crecientes preocupaciones sobre las consecuencias humanitarias catastróficas de su uso o los riesgos que supondría una guerra nuclear regional o global.

A juicio de la ONU, los desafíos de seguridad existentes no pueden ser una excusa para seguir confiando en las armas nucleares y olvidar la responsabilidad de buscar una sociedad internacional más pacífica.

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