«Esperamos que las naciones de Occidente, habituadas como están a aprovechar lo que acontece en diversos países para promover sus intereses en detrimento de los intereses de otras partes, eviten dedicarse esta vez a sus revoluciones de colores», declaró Lavrov a la prensa al término de un Consejo de Exteriores de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva.

El ministro señaló que en Moscú siguen de cerca el desarrollo de la situación y espera que las autoridades de Serbia, «un país amigo» según él, consigan «calmar las protestas en el contexto de la Constitución y la ley», tal como prometió el presidente Aleksandar Vucic.

«Destacamos la disposición del gobierno serbio al diálogo, que es la vía para resolver cualquier asunto», concluyó Lavrov.

En el mismo sentido se pronunció este lunes el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, durante una comparecencia ante la prensa en Moscú. «No dudamos de que los líderes actuales de Serbia podrán restablecer el orden y la calma en la república», afirmó.

Peskov constató que Serbia «sufre una presión sin precedentes» hoy en día. «No podemos descartar que se estén usando allí las tecnologías bien conocidas por todos, de revoluciones de colores», agregó.

Unas 36 mil personas, según el Ministerio del Interior de Serbia, salieron a manifestarse el sábado por la noche contra el gobierno en el centro de Belgrado.

La movilización, que no estaba acordada con las autoridades, derivó en enfrentamientos que se saldaron con el arresto de 38 personas y dejaron heridos a 48 policías y 22 civiles.

La protesta fue convocada por los estudiantes que llevan medio año bloqueando universidades en Serbia y exigen adelantar las elecciones parlamentarias y desmantelar la acampada progubernamental frente a la sede del legislativo.

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