La noticia llegó a través de una emotiva carta en la que la intérprete confirmó que había recobrado los derechos de sus seis primeros álbumes, incluyendo grabaciones maestras, videos, fotografías y canciones inéditas, en una operación valorada en 360 millones de dólares.
Su caso, tan mediático como el alcance de su propio estrellato ─es dueña de 14 premios Grammy y decenas de otros lauros, además de contar con millones de seguidores en redes sociales─, es más común de lo que pudiera parecer.
Son muchos los creadores que durante su carrera han firmado contratos desventajosos por necesidad o desconocimiento, con los cuales su música pasa a ser un activo en el balance de una corporación.
Para Swift, todo comenzó cuando era apenas una adolescente de 15 años y firmó un acuerdo con Big Machine Records, con el que recibió un adelanto en efectivo a cambio de la propiedad de las grabaciones maestras de sus seis discos iniciales.
El trato parecía el sueño de cualquier joven artista y sus términos eran frecuentes para figuras emergentes, pero, como ella misma describió, la dejó “despojada del trabajo de su vida”.
En 2019, un año después de que Swift dejara esa disquera y firmara con Republic Records, Big Machine fue vendido a Ithaca Holdings, la empresa del representante musical Scooter Braun, junto con los derechos sobre las grabaciones maestras de todos los álbumes publicados por ella hasta entonces.
De acuerdo con las declaraciones de la artista, se enteró del acuerdo al mismo tiempo que el público y describió la operación como un acto de “agresión”.
La controversia en torno a este tema escaló en noviembre de 2020, cuando Braun traspasó el catálogo de Swift al fondo de inversión Shamrock Holdings. “Esta es la segunda vez que venden mi música sin mi conocimiento”, expresó entonces la estrella del pop, y agregó que en ningún momento se le consideró a ella como una potencial compradora de sus propios discos. Pero la intérprete de éxitos como Anti-Hero y Cruel Summer no se quedó de brazos cruzados ni se limitó a protestar. En lugar de eso, comenzó a regrabar sus discos en las llamadas Taylor’s Versions, que comenzaron a gozar de un éxito mayor que las canciones originales, lo que redujo su valor.
Todo ello le permitió llegar a la recuperación de sus obras, lo cual es visto como un hito en el escenario musical, al remarcar la importancia de que los artistas tengan el llamado “derecho de preferencia” para comprar sus propias creaciones.
De acuerdo con conocedores del tema, la victoria de Swift demuestra que el control creativo y económico sobre el propio trabajo no debe ser un privilegio, sino un derecho fundamental, y abre los ojos a las nuevas generaciones de músicos sobre las condiciones de sus contratos.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de Orbe)





