Las primeras referencias sobre su ejecutoria fueron públicas en 1963, cuando integró la comisión organizadora del primer congreso de periodistas después del triunfo de la revolución que dio vida el 16 de julio de ese año a la Unión de Periodistas de Cuba (UPeC), en la que compartió filas en la dirección con su primer presidente, Ernesto Vera.
En 1968, en medio de la vorágine de la denominada Ofensiva Revolucionaria, ingresó a Prensa Latina, donde ocupó la jefatura de la entonces Redacción Cuba, que se nutrió de jóvenes recién graduados de la profesión para convertirse así también en formador de las nuevas generaciones.
Sus profundos conocimientos de la realidad cubana, experiencia en el ejercicio de “la mejor profesión del mundo” al decir de García Márquez, amén de amplísimas relaciones en varias esferas del Consejo de Ministros, la esfera cultural y artística habanera y otros sectores constituyeron elementos básicos para llevar al mundo la realidad cubana.
Centenares fueron los artículos, reportajes, entrevistas que Prensa Latina pudo entonces trasmitir al mundo para perforar el muro de silencio que los grandes medios de Estados Unidos y otras potencias occidentales tendieron alrededor de la agencia en particular y de la naciente Cuba socialista.
A esos éxitos de Edel, resultados de su labor generalmente silenciosa, de un grado de exigencia y de rigor superlativos y una fuerte dosis de fino humor con su voz de “manda compañera, ordena amiga”, como calificó Nicolás Guillén al Che Guevara, le siguieron muchos otros en varias corresponsalías en el exterior, entre ellas India, Yugoslavia, Checoslovaquia…
Había desarrollado una cultura de altos quilates en las coberturas del Movimiento de Países No Alineados y se convirtió en un experto, al punto que era consultado por las altas esferas no solo de Cuba, sino de otros países y, sobre todo, por los reporteros extranjeros que acudían a las reuniones de esa organización.
Cuando se celebró la Sexta Cumbre NOAL en La Habana en septiembre de 1979 dirigió el equipo de Prensa Latina que elaboró y editó el libro más importante del momento, con amplias semblanzas de la historia de los países integrantes del movimiento, el cual fue documento de cabecera para todos quienes viajaron a Cuba para participar en ese foro.
Y fue el pilar fundamental, junto a un grupo de avezados y entusiastas prensalatineros, en dar a conocer al mundo con un matiz diferente lo que estaba ocurriendo en la capital cubana.
Al llegar la hora de la jubilación Edel Suarez dedicaba horas de labor en PL a la Comisión de Calidad, encargada de detectar y subsanar con los periodistas, corresponsales y redactores cualquier tipo de error de intencionalidad, adecuación de lenguaje y/o algún desliz en el formato de cada despacho o trabajo.
Ahí también seguía a pies y puntillas todo lo más importante que ocurría en cualquier parte del mundo para orientar al personal de temas del día que no debíamos soslayar y que precisaban de un enfoque en correspondencia con las normas de redacción de la agencia.
Hasta el pasado viernes 8 de agosto estuvo trabajando en esa importante labor en la que no falló un día, sin descanso, sin fines de semana, sin vacaciones, hasta que este 12 de agosto lo sorprendió la muerte.
Su nombre y su trayectoria profesional, iniciada en 1958 en su natal Jatibonico, deberán ser signos señeros para quienes amamos esta profesión, tanto para los que fuimos sus compañeros y colegas en este duro bregar de Prensa Latina desde su nacimiento en junio de 1959, como para los pinos nuevos egresados de nuestras facultades de periodismo.
¡Hasta siempre, Edel, y Hasta la victoria siempre!.
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