En un informe publicado esta jornada, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito advirtió que, si bien la siembra de esa planta (utilizada para la obtención de opio y sus derivados) decreció, persiste el riesgo de que se recupere y, mientras tanto, crecen los negocios con otros tipos de sustancias.

Dicha entidad precisó que las hectáreas bajaron de 12 mil 800 en 2024 a 10 mil 200 este año, lo cual representa la obtención de un 32 por ciento menos del producto, lo cual repercute en toda la región.

Sin embargo, ese éxito contra el cultivo tradicional de opio abrió la puerta a nuevas y complejas amenazas: la producción de drogas sintéticas, especialmente metanfetamina, no deja de aumentar, señaló la Oficina.

Esa última sustancia emerge como el nuevo modelo de negocio para el crimen organizado. Los decomisos en y alrededor de Afganistán fueron un 50 por ciento más frecuentes a finales de 2024 que en el tercer trimestre de 2023, añade.

Asimismo, indica que “la relativa facilidad de producción, la mayor dificultad de detección y su resistencia a los cambios climáticos hacen de las drogas sintéticas una alternativa atractiva».

Esto obliga a repensar las estrategias para combatir ese fenómeno, las cuales deben ampliar su enfoque más allá del opio para integrar la vigilancia, interdicción y análisis de todos los estupefacientes, apunta.

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