El jefe de la diplomacia siria advirtió, en un mensaje publicado en la plataforma X, que la continuidad de estas acciones militares constituye “una grave amenaza para la paz y la seguridad regionales”, y llamó a la comunidad internacional a adoptar una postura firme que ponga fin a las violaciones cometidas por las fuerzas de ocupación.

Al-Shaibani afirmó que lo ocurrido en Beit Jinn representa un crimen, y reiteró que Siria mantiene su derecho absoluto a defender su territorio y a su pueblo por todos los medios legítimos establecidos en el derecho internacional y la Carta de Naciones Unidas.

Asimismo, instó a la ONU, al Consejo de Seguridad y a los países árabes e islámicos a asumir sus responsabilidades frente a estas reiteradas agresiones, denunciando que el silencio de la comunidad internacional “envalentona al agresor y lo impulsa a cometer nuevos crímenes contra la población civil”.

En horas de la mañana de este viernes, trece personas murieron y otras 25 resultaron heridas, en su mayoría civiles, a causa de ataques de helicópteros israelíes contra la ciudad de Beit Jinn, situada a unos 35 kilómetros al oeste de Damasco.

De acuerdo con pobladores de esta localidad enclavada en las laderas del monte Hermón, la ofensiva se produjo tras enfrentamientos con una patrulla militar israelí que ingresó en Beit Jinn, arrestó a tres jóvenes y luego se retiró, tomando posiciones en la colina de Bat Al-Warda, a las afueras de la ciudad.

El ataque provocó un éxodo de habitantes hacia aldeas vecinas, mientras algunas familias quedaron atrapadas bajo los escombros de las viviendas destruidas por los bombardeos, señalaron las fuentes.

Israel mantiene desde 1967 el control de los principales recursos hídricos del sur de Siria tras la ocupación del Golán, una meseta rica en reservas naturales, incluido el Mar de Galilea, el río Jordán y numerosos manantiales subterráneos esenciales para el equilibrio hídrico del país.

La ofensiva israelí contra territorio sirio se ha intensificado a lo largo de 2024, en el marco de una campaña iniciada en 2018 bajo el pretexto de combatir la presencia iraní y de milicias aliadas. Incluso tras la caída del gobierno de Bashar al-Assad el pasado 8 de diciembre y la retirada de grupos proiraníes, los bombardeos continuaron, dirigidos contra capacidades militares terrestres, aéreas y navales.

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