Tras este concepto, informó el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, se expedirá una declaratoria que reconoce que no se trata solo de baile y música, sino que también exalta su relación con otras 11 expresiones artísticas presentes en su universo.
La presentación del Plan Especial de Salvaguardia (documento que reúne la ruta técnica, comunitaria y cultural para garantizar que estas expresiones sigan vivas) estuvo a cargo de la Fundación Roztro de la norteña Cartagena.
“Esto es un logro para nuestras comunidades y es el resultado de un proceso para que la gente no entienda solo la champeta como baile o como música. Es un tema que trasciende y que es identitario del Caribe”, resaltó Viviano Torres, promotor de la manifestación.
La champeta es un género musical y un movimiento cultural colombiano que surgió en los barrios populares y zonas afrodescendientes de Cartagena de Indias y la costa Caribe del país, cuyos orígenes se remontan a la década de 1970.
Actualmente considerada como una manifestación de la identidad cultural y la resistencia social de las comunidades afrocolombianas, se desarrolló a partir de la influencia de géneros musicales africanos (como el soukous, la rumba africana y el highlife), así como ritmos caribeños como el reggae, el calipso y el dancehall.
Combina elementos de percusión, bajo, guitarra eléctrica, sintetizadores y teclados, mientras que su baile es desinhibido, enérgico, con movimientos de cadera y pasos coordinados.
Está asimismo estrechamente ligada a los llamados “picó”, que son grandes equipos de sonido artesanales y móviles que se usan en fiestas callejeras para amplificar la música.
Las letras de las canciones de la champeta a menudo narran historias de la vida cotidiana, luchas, resistencia, empoderamiento y la identidad de las comunidades de los barrios populares, utilizando un lenguaje local y coloquial.
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