A un año de su aprobación por el ente de 15 miembros, la fuerza de paz liderada por Kenya apenas consiguió el despliegue de menos de la mitad de las tropas prometidas por esa nación africana y otras como Jamaica, Benin, Chad, Bangladesh y Suriname.
El proyecto recibió luz verde en octubre de 2023 como una misión ajena a las Naciones Unidas dispuesta a través del Capítulo VII de la Carta de la ONU, mediante el cual el Consejo de Seguridad autoriza el uso de la fuerza después de que se hayan agotado todas las demás medidas para mantener la paz y la seguridad internacionales.
El entonces canciller haitiano, Jean Victor Geneus, calificó la decisión como una expresión de solidaridad con una población en apuros.
Semanas antes, el exprimer ministro haitiano Ariel Henry había solicitado a la Asamblea Genera hacer frente a la crisis “estructural y multidimensional” que enfrentaba la nación.
El mecanismo tiene como propósito facilitar la entrega de ayuda humanitaria incluso en zonas de difícil acceso por la acción de las bandas y su financiamiento quedó establecido a través de contribuciones de las organizaciones regionales y Estados miembros.
Pese al optimismo inicial, no fue hasta junio de este año que arribaron los primeros 400 gendarmes kenyanos, mientras que los caribeños pisaron territorio haitiano en el corriente septiembre. Asimismo, el proyecto cuenta con escasos fondos para sus propósitos.
A la par de las demoras para su despliegue y la falta de financiamiento, recientes declaraciones de representantes de Estados Unidos confirman su interés en un cambio de estructura que podría convertir a la Misión Multinacional en una fuerza de paz de la ONU.
De esta forma, las tropas no dependerían de donaciones o personal internacional, sino de los fondos fiduciarios del organismo y los denominados cascos azules.
Sin embargo, la fórmula estadounidense tampoco parece presentar la solución definitiva: el despliegue de una misión de Naciones Unidas tiene pocas oportunidades de ser aprobado en el Consejo de Seguridad tras los reiterados fracasos de fuerzas extranjeras en la nación caribeña.
No obstante, los debates reviven la necesidad de cumplir los compromisos con el país caribeño contraídos por la comunidad internacional durante décadas tras el azote de desastres naturales, epidemias o la violencia.
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