La exposición explora la crítica a rituales cotidianos y llega por primera vez a esta galería para sacar a la luz el cuestionamiento de las estructuras y roles del artista (1954-2012) dentro de la sociedad, mediante diferentes soportes.
Esta serie examina la concepción que tenía Kelley sobre el arte, definida como «una realidad disfuncional».
La pinacoteca dedica un espacio póstumo a la creación transgresora de este artista, quien centraba su obra en el mundo que nos rodea y luego convertía al público en un ente crítico, el cual debía buscarle el significado a su trabajo y cuestionarlo en un contexto diferente, explicó el comisario de arte internacional de la Tate Modern, Fontán Morán.
Fotografía, pintura, contenido multimedia, incluso, textil eran los vehículos de expresión de Kelley.
Tenía gran interés en analizar la etapa de la adolescencia como adultos disfuncionales, quienes muestran la verdad de una forma, no les importa las normas sociales, y piensan que el arte debería ser lo mismo, indicó Morán spbre Kelley.
Le atraían mucho los juegos de rol, explicó el especialista. Esa disfuncionalidad se puede observar en diferentes salas en las que la exhibición se divide en: «Mitad hombre», «Isla de Monos» o «Juegos de rol», donde explora la subversión.
Con su forma de hacer arte creaba cierto tipo de confusión, alteraba lo dado por sentado, apuntó Morán.
Realizaba composiciones con juguetes de peluche, tapices escritos con palabras soeces o libros de historia con grafiti, todo l cualo cobra vida en la muestra.
A lo largo de su trayectoria prosiguió con esa deconstrucción de la cultura creada, siendo sujetos las películas de terror o la misma celebración de Halloween, concluyó el experto.
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