El atleta perdió su extremidad inferior izquierda cuando tenía nueve años debido a un cáncer en la rodilla, sin embargo eso no le impidió llegar hasta la cumbre más alta del continente, con seis mil 960 metros sobre el nivel del mar.
Ubicado en la provincia de Mendoza, en Argentina, el Aconcagua forma parte de la cordillera de Los Andes y su ascenso permite a Soto culminar los retos de su programa inclusivo Montañas sin Límites.
Con anterioridad había conquistado las cumbres de los volcanes Osorno, Lonquimay, Llaima y Ojos del Salado, así como los cerros Pintor y del Plomo, todos en Chile.
El proyecto busca transmitir especialmente a los jóvenes y aquellos con limitaciones físicas, la idea de que la superación personal no tiene barreras y con voluntad y esfuerzo todo se puede lograr.
A pesar de carecer de una de sus extremidades inferiores, Julio Soto practicó el esquí alpino y compitió por su país en los Juegos Paralímpicos de Corea del Sur en 2018.
Además, es un destacado médico especializado en traumatología en la sureña ciudad chilena de Puerto Montt.
Tras dominar el Aconcagua expresó: “entiendo que soy el primer amputado en subir el Coloso de América sin prótesis, con dos bastones, caminando el ciento por ciento de la ruta en sólo ocho días”.
En la aventura estuvo acompañado por el montañista Alejandro Calvo, quien fungió como guía, además de un equipo de expertos y el respaldo del cuerpo de Guardaparques, para atender cualquier necesidad que se hubiese presentado.
Antes de iniciar el ascenso, Mariano Funes, director de Áreas Protegidas de la localidad Argentina, afirmó que todas las personas, sin distinción de sus capacidades y habilidades, son bienvenidas a ese lugar.
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