Primer pelotero nacido en la isla con semejante honor, su legado sigue brillando como uno de los jugadores más completos y versátiles que ha conocido el deporte.
Dihigo jugó y brilló en todas las posiciones del diamante, aunque su dominio en el montículo y su poder con el bate lo convirtieron en una figura mítica.
En las ligas invernales del Caribe, en las Ligas Negras estadounidenses y en México, Dihigo dejó una huella indeleble, siendo recordado por su elegancia, inteligencia y capacidad para impactar en cualquier faceta del juego.
Su extraordinaria trayectoria le permitió ser el único pelotero incluido en los Salones de la Fama de Cuba, México, República Dominicana, Venezuela y Estados Unidos, un reconocimiento que refleja la grandeza de su carrera.
Entre sus estadísticas más impactantes destacan su récord de 252 victorias como lanzador, con una efectividad por debajo de tres carreras limpias permitidas cada nueve entradas en varios circuitos, y un promedio ofensivo superior a .300 en múltiples temporadas, lo que evidencia su capacidad de ser una estrella en ambos departamentos del juego .
En México su actuación en la temporada de 1938 fue legendaria, con una marca de 18-2 y un asombroso 0.90 de efectividad, además de un promedio ofensivo de .387, una muestra de su dominio absoluto en el béisbol profesional.
Hoy, casi un siglo después de inscribirse su nombre en Cooperstown, Martín Dihigo sigue siendo un referente del béisbol cubano y un símbolo de una era en la que su talento y grandeza trascendieron fronteras.
Su nombre, grabado en la historia del béisbol, continúa inspirando a peloteros que sueñan con alcanzar la inmortalidad.
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