Los opositores consideran que en virtud de su nuevo cargo con poderes ejecutivos y aprobado por el parlamento, Gnassingbé está en condiciones de reelegirse en esa misma responsabilidad de manera indefinida.
Una coalición de partidos políticos y grupos de la sociedad civil emitió una declaración conjunta que, en esencia, califica la decisión de golpe constitucional y retroceso a la democracia en la región del oeste de África.
Con el apoyo del Ejército, Gnassingbé asumió la presidencia en 2003 tras el deceso de su padre, Gnassingbé Eyadéma, y dos años después ganó elecciones, calificadas por partidos opositores como fraudulentas: desde entonces ha sido reelecto en el cargo.
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