Expertos de Kinshasa y Kigali rubricaron el texto el 18 de junio en Washington y se espera la firma de los ministros de Asuntos Exteriores de ambas naciones para el 27 de junio, sin embargo, hay muchas razones para cuestionar si realmente esta será la salida al conflicto.
Tras el fracaso de las negociaciones en Luanda, con la mediación de Angola, es lógico el cuestionamiento de si en esta ocasión se llegará a rubricar el pacto y si luego se podrá ejecutar.
Baste recordar que el 15 de diciembre de 2024 parecía todo listo para que las partes suscribieran el acuerdo, los cancilleres de ambos países se reunieron en varias ocasiones y se consideraron las posiciones de las partes, pero en el último minuto Kigali abandonó el diálogo.
El presidente ruandés, Paul Kagame, ni siquiera asistió a la cumbre tripartita prevista y su país condicionó la continuidad del proceso a las discusiones con los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23), con quienes Kinshasa no tenía intenciones de negociar.
La propuesta que estará sobre la mesa en Washington incluye disposiciones sobre el respeto a la integridad territorial y la prohibición de hostilidades; la retirada, el desarme y la integración condicional de grupos armados no estatales.
También aborda la implementación de un Mecanismo Conjunto de Coordinación de Seguridad, que incorpora el Concepto de Operaciones (Conop) del Proceso de Luanda; la facilitación del retorno de refugiados y desplazados internos, así como el acceso humanitario; y un marco de integración económica regional.
No obstante, una vez más la Alianza del Río Congo-Movimiento 23 de Marzo (AFC/M23) están fuera del acuerdo y las conversaciones entre los rebeldes y el Gobierno de Kinshasa, promovidas por Qatar, están en punto muerto.
A esto se suma el hecho de que los insurgentes del AFC/M23, luego del fracaso de Luanda, lanzaron una ofensiva con ayuda de Kigali que les permitió hacerse con el control de buena parte de las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur, incluidas sus respectivas capitales y zonas mineras fundamentales.
Los rebeldes incluso han establecido administraciones locales para esos enclaves, por lo que cualquier acuerdo de paz debe pasar inexorablemente por ellos, sin olvidar que no son los únicos actores en este escenario.
Personalidades como el Premio Nobel de la Paz Denis Mukwege también han planteado dudas con respecto a las negociaciones en Washington, a las cuales catalogaron como opacas y no inclusivas.
Mukwege consideró que este acuerdo favorece a Ruanda, en tanto se evade el reconocimiento de su agresión a la RDC y se pretende encubrir los crímenes pasados y presentes bajo el manto de la “cooperación económica”.
A través de una declaración, el médico señaló que, en su estado actual, el acuerdo emergente equivaldría a otorgar un incentivo a la agresión, legitimar el saqueo de los recursos naturales congoleños y obligar a la víctima a alienar su patrimonio nacional, sacrificando la justicia para garantizar una paz precaria y frágil.
“Expresamos nuestras reservas sobre las negociaciones en curso y exigimos transparencia e inclusión”, dijo Mukwege y agregó que el conflicto es la continuación de 30 años de guerras de agresión y de numerosos crímenes internacionales, que no pueden resolverse sin que los mecanismos de justicia transicional sean el eje central de los esfuerzos de paz.
“Considerar la integración económica y la cogestión de los recursos naturales con un Estado agresor, causante del saqueo sistemático de los recursos minerales y millones de muertes, sin mencionar la justicia y las reparaciones, es inconcebible para la población congoleña”, enfatizó.
Remarcó igualmente que la justicia no es negociable y las riquezas del subsuelo congoleño “no pueden venderse de forma opaca en el marco de una lógica extractivista neocolonial”.
Una paz justa y duradera es mucho más que callar las armas, apuntó y comentó que la justicia, la verdad y la reparación son condiciones previas para la reconciliación y la coexistencia pacífica, por lo que ningún acuerdo debe ignorar las masacres a gran escala sufridas por la población civil congoleña.
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