Según las fuentes, las manifestaciones se efectuaron simultáneamente en la ciudad de Homs, cabecera de la provincia homónima, y en las localidades Ghasanieh, Aqrabiyah, Sheen, Maryamin, Suwayri, Jan Kamra, Nuzhat Alyat, Bahlounieh y Baydar Al-Rafi, habitadas mayoritariamente por miembros de esta comunidad.
Los manifestantes expresaron su profunda indignación por estas prácticas y violaciones, que incluyen repetidos asesinatos y abusos, en particular el reciente asesinato de un ingeniero agrónomo.
Exigieron a las autoridades oficiales que localicen a los autores y someterlos a juicio con total transparencia, y que los resultados se publiquen a través de los medios de comunicación oficiales, y consideraron que esto serviría como advertencia para cualquiera que se atreva a cometer tales crímenes.
Este movimiento popular surge tras el asesinato del ingeniero Mahmoud Ghosseh, de 50 años, quien fue secuestrado por extremistas armados en el barrio de Al-Qusour, en la ciudad de Homs, y llevado a un lugar desconocido. Luego, su cuerpo, con signos de tortura y abusos, fue encontrado en tierras agrícolas en el oeste de la provincia.
Otros dos jóvenes de la misma comunidad también fueron asesinados el día 13 de junio tras ser secuestrados en el barrio Al-Bayada, en Homs. Sus cuerpos fueron encontrados tras ser asesinados por disparos en la cabeza.
El día 14 de este mes de junio, se produjeron dos sentadas silenciosas a las que asistieron miles de sirios murshidíes, que denunciaron la violencia en su contra.
La comunidad murshidí es un grupo religioso que emergió en Siria en el siglo XX, específicamente en la década de 1920. Su fundador, Salman Murshid, promovió una interpretación más ética y personal de la religión, alejándose de las prácticas tradicionales y del control de líderes religiosos.
A lo largo de los años, la comunidad ha desarrollado rituales y prácticas únicas que enriquecen la diversidad religiosa del país.
Se estima que la comunidad murshdí cuenta con unos 500 mil miembros, principalmente en las gobernaciones de Latakia, Homs y Damasco.
El número de víctimas por acciones de represalia y liquidación en Siria desde principios de 2025 ha llegado a 618 personas, incluidos 590 hombres, 20 mujeres y 8 niños.
Mientras tanto, alrededor de dos mil ciudadanos fueron asesinados durante los sucesos de violencia sectaria que asotá la costa siria en marzo pasado.
Las actuales autoridades sirias aseguran que están haciendo esfuerzos para controlar e impedir tales acciones que golpean la paz civil, mientras entidades de derechos humanos acusan a Damasco de ser tolerante con tales violaciones y no ser trasparentes a la hora de que sus autores rindan cuentas.
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