La víspera, el reciclado jefe del Gobierno señaló en su discurso de Política General la disposición a suspender hasta enero del 2028 la reforma de la jubilación, una condición impuesta por el Partido Socialista (PS) para no sumarse a los esfuerzos de la oposición para derrocarlo.
Después de unas horas de tensión, la organización identificada con el puño y la rosa se dio por satisfecha con la concesión, y su primer secretario, Olivier Faure, indicó a los 61 diputados del grupo no votar a favor de las mociones de censura que mañana analizará la Asamblea Nacional.
Faure en principio estimó que “más o menos” tres de sus correligionarios podrían ignorar el llamamiento, pero la cifra ya se ha duplicado.
Sin el respaldo del PS el primer ministro parecía a salvo, ya que faltaban esta mañana más de una veintena de diputados para llegar a los 289 requeridos para la mayoría absoluta, un conteo que ha decrecido con el transcurso del día, y no pocos empiezan a creer en la posibilidad de que Lecornu caiga el jueves.
Paul Christophle fue el primero en anunciar su apoyo a la censura, con dos mociones a debate, una de Agrupación Nacional y otras de La Francia Insumisa, partidos a los que el oficialismo considera los extremos de la derecha y la izquierda, respectivamente.
Después tomaron idéntica decisión cinco diputados de ultramar por el PS: Christian Baptiste, Béatrice Bellay, Élie Califer, Philippe Naillet y Jiovanny William, a quienes se sumó en la noche Alexis Wagram, tras calificar de vergüenza el presupuesto del Estado presentado la víspera por el primer ministro.
El cálculo de cara a las votaciones se cierra, con las miradas también centradas en qué harán en el hemiciclo los parlamentarios del partido conservador Los Republicanos, cuyo jefe de filas, Laurent Wauquiez, demandó de sus correligionarios la no censura, pero su presidente, Bruno Retailleau, no ha ocultado su malestar por la suspensión de la reforma de retiro.
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