Su asociación con el pequeño y poco conocido Progresemos estalló esta semana ante la pretensión de Soto de hacer cumplir un acuerdo con el líder de la agrupación, Paul Jaimes, por el cual él debía ser candidato presidencial y líder del Partido.

El acuerdo, además, convertía a Soto en amo y señor del partido, porque le daba la facultad de designar a tres miembros de la máxima dirigencia de la organización, dándole la mayoría.

Jaimes reconoció el acuerdo, pero anotó que estaba pendiente de comprobar su legalidad, con la que colisiona, pues establece que los dirigentes y los candidatos deben ser elegidos por la militancia o por delegados de bases, por lo que es inviable un pacto previo.

La reacción de Soto fue dar por terminada su relación con Progresemos, acusar a Jaimes de incumplir lo acordado y afirmar que en el partido había elementos con antecedentes cuestionables.

Además, anunció que asesorará a candidatos de la organización que se lo habrían pedido y quedó impedido totalmente de intentar una candidatura presidencial, pues para hacerlo tenía que haberse inscrito como militante de un partido hace varios meses.

Paul Jaimes respondió con la recomendación a quienes puedan seguir a Soto que “no olviden que la honestidad, la coherencia y el verdadero liderazgo no se declaran; se evidencian en cada acto”.

Añadió que “la mentira, la arrogancia y el oportunismo jamás serán parte de nuestro proyecto político”, agregó aludiendo a algunos rasgos de la personalidad del frustrado candidato.

El primer intento de Soto de ser elegido presidente data de 2001, cuando organizó el partido Capital Popular y obtuvo muy baja votación.

La segunda vez, en 2021, usó la fórmula del “viente de alquiler”, como se denomina aquí a los partidos sin relieve que facilitan su inscripción a candidatos sin partido.

Así se hizo postulante de la agrupación Avanza País y reclutó personajes neoliberales de derecha extrema como candidatos al Parlamento, algunos de los cuales formaron una pequeña bancada que se desvinculó de Soto, quien regresó a Estados Unidos.

La dirigente izquierdista Anahí Durand comentó que “El ‘otro sendero’ neoliberal de buscar oferta partidaria para candidatear no está funcionado”.

Aludió así al libro de Soto “El Otro Sendero”, promotor del emprendedurismo que muchos consideran alivio al desempleo y mediante el cual solo muy pocos logran prosperidad.

El texto lo catapultó como gurú del neoliberalismo, promotor de esta política en diversos países y asesor de gobiernos como el de mano dura de Alberto Fujimori (1990-2000) y del converso al modelo neoliberal, Alan García (2006-2011).

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