El terremoto tuvo su epicentro a unos 62 kilómetros al sureste del poblado de Manay, en la provincia de Davao Oriental, con una magnitud preliminar de 7,6 que llegó a remover objetos en zonas costeras del archipiélago y en la propia urbe de Davao los niños fueron evacuados de las escuelas.
Representantes de los gobiernos locales hicieron un llamado a la población para trasladarse con celeridad a terrenos más altos o lejos de las costas.
De acuerdo con el Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología, este tipo de terremoto, provocado por el movimiento en una falla a una profundidad superficial de 10 kilómetros, pudiera dar lugar a varias réplicas.
El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico expuso la posibilidad de olas de hasta tres metros por encima del nivel normal de la marea para algunas costas filipinas cercanas del epicentro.
Por su parte, la Agencia de Meteorología, Climatología y Geofísica de Indonesia instó a los residentes del sur del país a permanecer atentos a las informaciones y mantenerse lo más lejos posible de las playas y riberas.
El 30 de septiembre anterior, un sismo de magnitud 6,9 causó la muerte a 74 filipinos y obligó a miles de personas a desplazarse para sobrevivir a la destrucción.
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