Esas recetas, típicas de esta época, vuelven a ocupar un lugar central en las mesas, panaderías, comercios y cementerios del país, como símbolo de memoria, unión familiar y respeto a los que partieron.

Este domingo, como cada año, miles de familias acudieron a los camposantos cargando flores y recipientes con colada morada, una bebida espesa y morada hecha de maíz, moras, arándanos y hierbas aromáticas que simboliza la sangre y la conexión entre el mundo de los vivos y los muertos.

A su lado, las guaguas de pan, figuras de harina de trigo con forma de niño, rellenas de chocolate o mermelada y decoradas con colores vivos, representan a las almas de los difuntos y se comparten como un gesto de afecto y continuidad.

Estas tradiciones, que nacen del mestizaje entre la fe católica y la cosmovisión indígena, sobreviven cada año entre rezos, música y el olor del pan recién horneado.

En los cementerios de la Sierra es común ver a las familias sentadas junto a las tumbas, compartiendo estos y otros alimentos en un ambiente que combina el silencio y la celebración.

En las panaderías, la demanda de guaguas se multiplica desde mediados de octubre, con versiones clásicas y otras más innovadoras: rellenas de maracuyá, arequipe o incluso acompañadas de cerveza artesanal de colada morada.

Mientras tanto, en ferias gastronómicas y plazas se venden miles de litros de esta bebida y del pan con forma de guagua (niño en kichwa), que representan la manera ecuatoriana de mirar la muerte desde el recuerdo y la gratitud.

A su vez, desde el sábado 1 de noviembre y hasta el martes 4 de noviembre los ecuatorianos disfrutan de un largo feriado por la conmemoración del Día de los Difuntos y también por el aniversario 205 de la Independencia de Cuenca, jornada con la cual esperan reactivar la economía y el turismo.

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