Las cifras cayeron desde el 7 de mayo tras el cierre del cruce de Rafah, el principal punto de acceso para las agencias de la ONU, aseguró el portavoz del secretario general (António Guterres), Stéphane Dujarric.
A la par, los trabajadores humanitarios permanecen imposibilitados de recoger de manera segura y constante los productos que se han dejado en el lado palestino del cruce de Kerem Abu Salem y las entregas limitadas a través de otros puntos de entrada, detalló el vocero.
Varios servicios esenciales como los sanitarios, de ayuda humanitaria o sociales han detenido sus operaciones por la expansión de los combates en Rafah, la inseguridad, las órdenes de evacuación y la necesidad de canalizar recursos hacia zonas donde las personas desplazadas intentan buscar refugio, advirtió.
La destrucción de carreteras y la falta de combustible y seguridad para las misiones en Gaza siguen impidiendo los movimientos hacia el norte del enclave.
Este miércoles, la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (Unrwa) confirmó que la población continúa su desplazamiento desde Rafah en busca de una seguridad que no encuentra nunca.
No hay sitio seguro y nadie está a salvo en Gaza, insistió la Unrwa en su más reciente actualización.
Por su parte, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) aseveró que el despliegue israelí en Rafah pone en peligro la vida de cientos de miles de niños que sufren desnutrición, trauma y, a menudo, enfermedades o lesiones debidas a la guerra.
Muchos de ellos, añadió la organización, debieron desplazarse varias veces en los últimos siete meses a lo largo de la Franja de Gaza.
“Rafah es una ciudad de niños. Cientos de miles de ellos están en riesgo. Están enfermos, viven con discapacidades, desnutridos y traumatizados”, afirmó la directora de Recaudación de Fondos de Unicef, Carla Haddad, en una publicación en X.
De acuerdo con Naciones Unidas, antes del 5 de mayo, la ciudad albergaba a 600 mil niños refugiados, muchos de los cuales ya vivían en tiendas de campaña o alojamientos improvisados muy precarios.
Cerca de un millón de personas abandonaron ese extremo meridional desde el inicio de la ofensiva israelí.
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