La medida fue anunciada por la Conferencia Episcopal Católica en un escueto comunicado, junto al decreto de destitución de Figari firmado por el Pontífice, como conclusión a cuatro años de indagaciones del Vaticano que comprobaron las denuncias de violaciones físicas y sexuales contra jóvenes feligreses.
Los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz coincidieron en señalar que la expulsión era esperada desde que los obispos Charles Scicluna y Jordi Bertomeu visitaron Perú en julio de 2023, enviados por el papa Francisco para investigar las actividades de Sodalicio.
Los religiosos entrevistaron a los citados periodistas, autores del libro “Mitad monjes, mitad soldados” que dio luces sobre las actividades del grupo ultraconservador, recordó Salinas.
La secta, creada en 1971, fue respaldada entonces por el papa Juan Pablo II y obispos conservadores peruanos.
Como parte de su misión en Perú, Sicluna y Bertomeu recogieron testimonios de las víctimas de los abusos de Sodalicio y retornaron a la Santa Sede para presentar un informe que Salinas y Ugaz consideran decisivo.
Ugaz manifestó que la expulsión de Figari debe ser el inicio del fin de Sodalicio y de los defensores de la secta, que contaba con influencias políticas, oficiales y judiciales, como el ex ministro y conocido político neoliberal Hernán Garrido Lecca, apuntó Salinas.
En uso de ese poder, Figari persiguió judicial y mediáticamente a Salinas, Ugaz y al libro de su autoría, contratando a periodistas derechistas que lanzaron una campaña para desprestigiar a los autores, en la que participó Garrido, recordó.
Una comisión parlamentaria investigó a Sodalicio pero su informe fue archivado, pero la Fiscalía abrió una indagación y, ante la presión, Figari viajó al Vaticano en 2018 y no regresó.
El preludio de la caída del fundador de la secta fue la renuncia, presumiblemente exigida por Roma, del arzobispo de la norteña ciudad de Piura, José Antonio Eguren, quien encabezó la persecución judicial y mediática contra los periodistas.
“El Vaticano ha hecho lo que el Estado peruano y la Conferencia Episcopal no hicieron, pues dejaron impunes a los líderes del Sodalicio”, dijo Salinas, quien destacó excepciones como el cardenal peruano Pedro Barreto y el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, que se pronunciaron contra la agrupación.
Recordó que Castillo se solidarizó con campesinos de la región de Piura, despojados de sus tierras por Sodalicio como parte de operaciones económicas millonarias, otra faceta de la secta.
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