Según explicó la experta del centro de espectrometría de masas del Instituto de Biología Química y Medicina Fundamental de Novosibirsk en entrevista para la agencia Sputnik, se detectó que en una solución proteica los sistemas se expanden a bajas temperaturas.
Esto permite que se ensanche el área de interacción con el hielo e impiden así su crecimiento, o cambian la forma de cristales de hielo para que resulte menos destructiva, lo que posibilita a organismos vivos evitar daños celulares cuando el agua se congela», explicó Baránova.
Un estudio más a fondo de esa estructura proteica, en particular, para comprender qué restos de aminoácidos interactúan con el hielo permitirá en el futuro sintetizar una proteína anticongelante artificial que evite los daños resultantes de la descongelación.
«Eso abre amplias oportunidades para la criopreservación de células, tejidos y órganos, larga conservación de alimentos sin perjuicio de calidad y desarrollo de anticongelantes para naves aeroespaciales, paneles solares y turbinas eólicas», señaló la investigadora.
En la naturaleza, las proteínas anticongelantes son generadas por peces árticos, algunos insectos y plantas capaces de adaptarse al frío.
Los científicos rusos obtuvieron un preparado homogéneo de una proteína de este tipo y utilizaron las técnicas de espectrometría de masas, simulación por computadora, microscopios de fuerza atómica y dispersión de ángulo pequeño para estudiarlo en detalle.
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