La cifra incluyó a 85,8 millones de hombres y 173,3 millones de mujeres, eso indica la adición de un millón y de 1,8 millones, respectivamente, frente las estadísticas del año precedente, indicó la institución de Naciones Unidas en sus “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2025”.
Según el informe, la tendencia resulta especialmente pronunciada en los países de renta baja, donde las tasas de Ninis entre los hombres jóvenes subieron casi cuatro puntos porcentuales por encima de la media histórica anterior a la pandemia de la Covid-19.
En las naciones empobrecidas, las manifestaciones del fenómeno crecieron en 2024, al totalizar 15,8 millones de varones y 28,2 millones de muchachas en la condición de Ninis; es decir, 500 mil y 700 mil más, respectivamente, en relación con 2023, detalla la pesquisa.
A escala global, aclara el documento, no todo el descenso en la participación laboral de los hombres jóvenes se debe a la elevación de los niveles educacionales; de hecho, la tasa, de los que ni trabajan ni estudian ni reciben formación, subió en los últimos años en comparación con su promedio histórico.
Por los cálculos de la OIT, el empleo mundial en 2024 avanzó en paralelo a la población activa, por tanto, numéricamente no hubo cambios en la proporción del desempleo, con un índice del cinco por ciento, similar al de 2023.
No obstante, el ritmo de expansión fue todavía demasiado débil para lograr una reducción sustancial de los déficits de trabajo decente que persisten en todo el planeta, reconoció el ente de Naciones Unidas.
Los jóvenes, en particular, soportan tasas de desempleo mucho más elevadas, cercanas al 12,6 por ciento, con “pocos indicios de mejora”, abundó.
A juicio de la fuente, la resiliencia de los mercados de trabajo está sometida “a fuertes presiones en un contexto de enorme incertidumbre económica y social, condicionado por fricciones geopolíticas, crecientes costos del cambio climático y riesgos de deuda soberana sin resolver”.
Los avances en la creación de trabajo decente, sopesó, han sido más lentos en los países de ingreso bajo, lo cual agrava su vulnerabilidad.
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