Este corredor ecológico, reconocido por la Unesco como Reserva de la Biosfera, alberga una de las mayores concentraciones de especies endémicas y amenazadas en el mundo.
Pequeños y coloridos colibríes, cotingas, el gallito de la peña y tucanes, entre otras, convierten al Chocó Andino en un espectáculo natural único.
Sus bosques nublados y ecosistemas subtropicales son hogar de más de 500 especies de aves, algunas exclusivas de esta región.
En este corredor, comunidades locales trabajan incansablemente en la conservación de sus paisajes y animales con la promoción de un turismo sostenible.
Una consulta popular de 2023 prohibió toda nueva extracción de minerales en las 287 000 hectáreas de ese territorio.
Sin embargo, ambientalistas y habitantes de la zona sostienen que nada ha cambiado desde la decisión que tomó la mayoría del electorado de la capital ecuatoriana.
Según afirman, la minería sigue, y reclaman que el Gobierno nacional y autoridades locales ordenen la suspensión de esas actividades, que afectan a la flora y la fauna del lugar, entre ellas las aves.
Inti Arcos, residente en la zona y miembro del colectivo Quito sin Minería, afirmó que si bien el 68 por ciento de la población de la capital votó a favor de la preservación ambiental, ha sido insuficiente para detener las intenciones de extraer metales de esa área privilegiada.
Según explicó, allí existen 12 concesiones mineras y otras seis están en trámites, pues la consulta solamente prohíbe que el Estado otorgue nuevos permisos; o sea, los otorgados antes de la consulta insisten en sacar de allí oro y otros metales preciados.
Residentes en las seis parroquias rurales que integran el Chocó Andino (Calacalí, Gualea, Nanegal, Nanegalito, Nono y Pacto) abogan por un desarrollo económico de la región basado en la sostenibilidad, el turismo y la producción local de alimentos orgánicos, para seguir siendo un santuario de aves y otras especies.
(Tomado de Orbe)