De acuerdo con los socios humanitarios, la epidemia se intensifica rápidamente y ya acumula más de mil 450 casos confirmados y 27 muertes registradas desde enero, lo que representa un aumento de seis veces en comparación con el año pasado.
Las causas subyacentes incluyen el acceso gravemente limitado al agua potable, con menos del 20 por ciento de cobertura en las zonas afectadas, y la insuficiente capacidad sanitaria para la gestión de casos, apuntó la OCHA.
La pasada semana el organismo advirtió el peligro que representa esta enfermedad, con brotes declarados también en las provincias Kivu Norte, Kivu Sur y Maniema.
Según la OCHA, los socios humanitarios responden con campañas de tratamiento y divulgación, pero escasean los suministros médicos, los equipos de protección y las instalaciones sanitarias.
“El brote parece estar empeorando en la provincia de Maniema, donde las autoridades sanitarias informan una tasa de letalidad del 13 por ciento, muy por encima del umbral de emergencia del dos por ciento”, refirió el organismo.
Añadió que esa demarcación ya se encuentra bajo presión debido a la llegada de miles de desplazados desde enero, que huyen de la violencia en Kivu Norte y Kivu Sur.
La situación sanitaria se agrava cada vez más, en particular por la violencia en curso en el este del país, que fomenta la movilidad, el hacinamiento, y limita el acceso a agua potable y recursos médicos, además de obstaculizar la ayuda.
A pesar de ello, en el este de Masisi los socios continúan brindando asistencia esencial a las poblaciones desplazadas y repatriadas donde la seguridad lo permite, como la distribución de kits de higiene y artículos domésticos.
“Desde el 20 de febrero, nuestros socios también han rehabilitado 19 de los 24 puntos de agua en Sake, restaurando el acceso al agua potable a más de cuatro mil hogares”, informó la OCHA.
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