En declaraciones a la cadena BFM TV, la portavoz gubernamental, Maud Bregeon, reiteró que no se apelará al artículo 49.3 de la Carta Magna de 1958, que posibilita adoptar normas sin el voto parlamentario, acápite al que han acudido varios primeros ministros bajo la gestión presidencial de Emmanuel Macron.

El primer ministro Sébastien Lecornu prometió no activar el 49.3, pese a la fragilidad del oficialismo en la Asamblea Nacional, donde el dominio opositor derrocó a dos de sus predecesores en Matignon, a Michel Barnier hace un año y a François Bayrou en septiembre pasado.

Según Bregeon, la intención del Gobierno es permitir el desarrollo del debate, con la expectativa de conseguir una mayoría en el Hemiciclo, en aras de dotar al país de las leyes de Financiación del Estado y de la Seguridad Social para 2026.

El Parlamento trabaja contrarreloj para tratar de alcanzar textos de compromiso antes de la Navidad, un desafío colosal en el actual escenario de crisis y polarización políticas, en el que los dos presupuestos fueron rechazados en Comisión.

Desde la izquierda y la extrema derecha, sectores con mucha influencia en la Asamblea, -cámara que en Francia tiene la última palabra- exigen ajustes que conduzcan a un presupuesto alejado de la austeridad, aunque con visiones encontradas; la primera al reclamar justicia fiscal con un mayor aporte de los más ricos y la segunda con su tradicional apuesta de mano dura con la inmigración.

Se da por descontado que tanto La Francia Insumisa como Agrupación Nacional votarán contra los proyectos de presupuesto, por los que la clave del resultado parecen tenerla los socialistas, a quienes Lecornu realizó la concesión de suspender la reforma de la jubilación, medida que el Senado revirtió.

También en la derecha, en particular el partido Los Republicanos, rechazan las iniciativas en su versión actual.

El líder de ese campo, el exministro del Interior Bruno Retailleau, instó al Gobierno a asumir que tendrá que apelar al 49.3, a lo que la vocera Bregeon respondió que no es ese el plan.

En medio de la incertidumbre sobre el futuro del presupuesto 2026, el primer ministro advierte sobre las consecuencias de no pasarlo y amenaza con renunciar si fuese el caso.

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