El Boletín Climático de mayo del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, explica que una de las causas es el bloqueo anticiclónico, la ausencia de lluvias y las altas temperaturas.
Durante la primavera, el bloqueo anticiclónico ha sido protagonista en latitudes altas, impidiendo la entrada de borrascas desde el Atlántico hacia Europa central, explica el reporte.
Una gran parte del continente europeo ha registrado lluvias muy por debajo de los valores medios, y por tanto, se han reducido la recarga de ríos y acuíferos.
Con una situación anticiclónica, el cielo está más despejado y las temperaturas aumentan. Esto favorece a la evaporación del agua del suelo y, de los cursos fluviales, incrementando el descenso de los caudales. Asimismo, la poca acumulación de nieve en invierno, redujo el deshielo primaveral habitual.
En la primavera de 2025, la persistencia del patrón de bloqueo anticiclónico durante varias semanas favoreció la evolución de una sequía meteorológica —caracterizada por la falta de precipitaciones— a una sequía hidrológica, con impactos directos sobre los caudales fluviales y los recursos hídricos.
Según diversas investigaciones recientes, el calentamiento global podría intensificar estos bloqueos atmosféricos, aumentando su frecuencia, duración e impacto sobre los sistemas climáticos regionales.
Mientras que Europa central se encontraba bajo los efectos de este bloqueo, en el suroeste del continente (España, Portugal, sur de Francia y Portugal) se vivía una situación muy diferente, donde no cesaba la entrada de borrascas atlánticas y los descuelgues de aire frío.
El grupo suroeste europeo, recordó que seis borrascas de gran impacto afectaron la zona durante los meses de marzo y abril. Todas ellas dejaron lluvias muy significativas en la Península Ibérica, lo que la convirtió en una primavera «extremadamente lluviosa» en España.
Según Copernicus, en mayo se mantuvo esta situación, y algunas regiones de la cuenca mediterránea registraron precipitaciones muy por encima del promedio.
En consecuencia, la situación de los caudales de los ríos de esta zona ha sido muy diferente a la de Europa central, a lo que hay que sumar que en estos lugares sí que nevó bastante, destacando los tres metros de nieve que se acumularon en Sierra Nevada o el Sistema Ibérico.
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